MONSTER: CUANDO EL AMOR DESPIERTA A UNA ASESINA EN SERIE

La película que valió un Oscar a Charlize Theron, no es sólo la historia de asesinatos y de una agitada relación lésbica. Monster es una cinta que invita a reconocer valores, como el amor y la esperanza, en ambientes humanos cargados de miseria, violencia, crudeza y marginalidad.

Por Germán Cañón

30 de abril, 2004 (OpusGay).- Aileen, interpretada por Charlize Theron, es una solitaria sudamericana de 30 años que ejerce el comercio sexual desde su infancia y ha pasado gran parte de su vida detenida por robos, estafas y agresiones.

Selby (Chistina Ricci), de 24 años, es una joven de apariencia infantil e inocente afectada por el rechazo de su familia, debido a su orientación lésbica, y de sus “pares homosexuales” que la marginan por su introvertido y tímido carácter.

Ambos son los personajes centrales de Monster, cinta basada en una historia real ocurrida en la década de los 90 en los Estados Unidos y que valió a Theron 17 premios como mejor actriz, entre esos los tan codiciados Oscar y Globo de Oro (2004).

La historia comienza cuando la vida de ambas se cruza en un bar homosexual de Daytona, Florida. Aunque Aileen aclara no ser lesbiana y rechaza la solidaridad de Selby, finalmente cede ante la única oportunidad de amor en su vida iniciando una agitada y precipitada relación.

El drama de Aileen se agudiza cuando en defensa propia asesina a uno de sus clientes, originando tras ello un espiral de homicidios contra quienes buscan sus servicios sexuales.

De Monster ya mucho se ha dicho, pero las críticas se han centrado más bien en la relación lésbica y en los asesinatos en serie, dejando al margen o en segundo espacio a otras humanas y elogiables apuestas de una historia que fue posible llevar a la pantalla grande luego que la protagonista real (Aileen Carol Wuornos) vendiera los derechos cinematográficos de su vida antes de ser ejecutada en el otoño del 2002.

REALISMO Y AMOR A TODA PRUEBA

Monster, el primer largometraje de la directora Patty Jenkins, destaca por el particular y brillante realismo de sus diálogos, de sus escenarios y la apariencia física y gestos de sus protagonistas, todo lo cual vuelve a la cinta explosivamente creíble, humana y emotiva.

Jenkis, gracias a las comprometidas interpretaciones de Theron y Ricci, logró extraer de la miseria social y cultural las más valiosas muestras de amor y de esperanza de una asesina en serie, que lejos de ser odiada por el espectador, es comprendida y, quizás, querida.

Y es que Aileen vio en Selby la pureza y la solidaridad que nunca conoció y nadie le entregó. Este nuevo contexto en su vida se presenta como la primera intención y esperanza de dar un vuelco en su marginal historia.

Así es como intenta por diversas vías conseguir un trabajo alternativo al comercio sexual que le permita mantener y hacer feliz a la aparentemente tímida Selby. Todas las puertas, sin embargo, son cerradas para una mujer que lo único con lo cual contaba en su currículum eran trabajos sexuales que desarrolló desde los 14 años.

Tras conseguir que Selby viva por un tiempo junto a ella, Aileen entra en desesperación absoluta por falta de dinero. Vuelve entonces a la prostitución, con el beneplácito de su amada, pero paradojalmente despierta su odio y su espíritu asesino contra sus clientes.

Ella misma califica de extraño el hecho de que el amor, y no el odio que siempre había conocido, hubiera sido precisamente el responsable del nacimiento de las más salvajes acciones que pueda cometer un ser humano.

Aileen es, en todo caso, selectiva. Asesina a quienes, según su interpretación, son abusadores de mujeres o niños. Más aún, y en claro síntomas de locura, se atreve a afirmar que “soy una persona bondadosa”, pues todo lo que hace es por el bienestar el Selby y por las víctimas de sus clientes.

Si Monster es una “buena película”, lo es por las emociones que la guían y no por las acciones.

En una lectura a primera mano de la cinta, el espectador podría sentirse un “aliado” de Selby y considerar que ella fue engañada y manipulada por una delincuente que se aprovechó de los problemas familiares enfrentados por su homosexualidad.

La genialidad de Jenkis es que con su cinta provoca exactamente lo contrario. El espectador se distancia de Selby, viendo en ella a una joven mujer que utilizó la “libertad” otorgada por una prostituta para distanciarse de las ataduras y represiones familiares.

Repensar la escala de valores, comprender los desastrosos efectos y causas de los delitos (homicidios incluidos) y reconocer en una asesina en serie la capacidad y el deseo irrefrenable de un amor puro y verdadero, son los elementos que sin duda hacen de Monster una joya en el mar de ofertas cinematográficas.

LA VIDA REAL

El 16 de enero de 1991, y siete días después de ser detenida en un bar, Aileen Wournos (en cuya vida real se basa Monster) confesó ser autora de seis asesinatos, alegando que todos fueron en defensa propia porque sus clientes habían intentado violarla.

Un año más tarde fue declarada culpable y sentenciada a morir ejecutada, lo cual finalmente ocurrió en el 2002.

Tyria Moore (que en Monster es Selby), colaboró activamente con la justicia en la captura de Aileen y hasta la fecha nunca más se ha referido al año de relación que mantuvo con la mujer que enloqueció por estar a su lado.

Aileen Carol Wuornos nació en Rochester, Michigan, el 29 de febrero de 1956. A los cuatro años su madre entrega la tuición de su hija, quien fue adoptada por sus abuelos maternos.

El mismo año cuando Aileen se inició en la prostitución y su vida independiente en la calle, en 1971, quedó embarazada y entregó a su hijo recién nacido a un hogar de Detroit.

Tras ello, es protagonista de un espiral de delitos por los cuales es encarcelada: en 1974 por conducir ebria y disparar desde un automóvil, en 1976 por golpear la cabeza de un barman con una bola de billar, en 1981 por robar a mano armada en una tienda y en 1984 por cobrar cheques falsos, robo de autos y amenazas de muerte.

En 1986 Aileen conoce a Tyria, el punto que Monster fijó como partida de su conmovedora historia.