MATRIMONIOS SIMBOLICOS ENTRE HOMOSEXUALES: UNA VIEJA TENDENCIA EN CHILE

Las uniones se efectúan en casas o bares. Incluyen madrinas, padrinos y maestros de ceremonia. El ritual más reciente involucró a una persona travesti y se efectuó este mes. Psicólogos y sociólogos tienen opiniones radicalmente distintas sobre el fenómeno: para unos es “válido” y “necesario”, para otros es una “contradicción” y un “disparate”

“ALEJANDRO Y JULIO A MORIR”
“ESTOY ORGULLOSA DE MI CASAMIENTO”
VOCES PSICOLÓGICAS Y SOCIOLÓGICAS
LA OPINIÓN DEL MOVIMIENTO HOMOSEXUAL

Por Alberto Roa

Febrero, 2003 (OpusGay).- Hace poco de más de un año se conoció públicamente, y con bombos y platillos, la celebración de un matrimonio simbólico entre dos personas del mismo sexo. Se trataba de Luis y Hugo, quienes con un Ave María y el himno triunfal de la Aleluya (en francés) de fondo se unieron ante un ministro de fe en la sede de la Fundación Laura Rodríguez.

El hecho, cubierto por diversos medios de comunicación, fue presentado como el “primer casamiento gay de Chile”. Sin embargo, no era el primero ni tampoco el último. Ese tipo de ritos se efectúan desde hace años en Chile, siendo una muestra la historia de Alvaro, un ex empleado público de 65 años.

Fue el 11 de octubre de 1965 uno de los días más importantes en la vida de Alvaro. ” En la casa de mi entonces novio armamos el matrimonio. Fuimos entregados a un altar improvisado por nuestros amigos. Ahora soy viudo, pero estoy feliz de haber dado ese gran paso y de ver como cada vez son más las parejas que se atreven. En los últimos años he ido a cinco matrimonios homosexuales y cada vez son más producidos e involucran a más familiares”.

Ejemplos de esa tendencia son Alejandro y Julio, quienes celebraron un gran matrimonio en el bar Dionisio de Santiago en el 2000, y Valeria (travesti) y Miguel, pareja que este mes se unió frente a toda su familia: padres, sobrinos, tíos y abuelos incluidos.

“ALEJANDRO Y JULIO A MORIR”

“Un día Julio llegó a la puerta de mi departamento con un bolso con toda su ropa, con un rosa y una hoja que decía ´Sí Acepto´. Organizamos el matrimonio en tres semanas, nos casamos el 5 de agosto del 2000”, comenta Alejandro al hacer memoria de los preparativos de su boda, los cuales, por cierto, fueron antecedidos por muchas dudas y problemas.

Y es que al iniciarse el pololeo, Julio (26) confesó a Alejandro (31) su matrimonio de cuatro años con una mujer, quien además estaba en ese momento embarazada. ” Yo siempre quise casarme, pero estábamos muy complicados por esa situación. Que él aceptará mi propuesta de matrimonio, significaba dejar a su esposa y a la hija que venía en camino”, dice Alejandro.

Luego de largas conversaciones y de asegurar responsabilidades emocionales y económicas para la ex esposa y la hija de Julio, la pareja homosexual finalmente decidió unirse en el Bar Dionisio de Santiago.

“No teníamos mucho dinero. Nuestros amigos nos regalaron la torta y nos llevaron en su automóvil al bar. Una amiga llevó a parte del coro de la Universidad de Chile, que puso la música de fondo. Nosotros nos compramos unos guantes. Yo vestía un terno negro. El de Julio era verde para que jugara con sus ojos. También mandamos a hacer unas servilletitas en Estación Central con una marca que decía ´Alejandro y Julio a morir´”.

Aún cuando en un comienzo la ceremonia se pensó para pocas personas, los partes que terminaron repartiéndose llegaron a los cien. “Julio compró los partes en el centro. Al comienzo estaba complicado. Le explicó a la vendedora que era una celebración especial y eso bastó porque ella dijo ´ah! debe ser un matrimonio gay´”.

Como símbolo de su unión descartaron las argollas ” porque parejas amigas que compraron anillos terminaron a los dos días” y optaron por “gargantillas y una pequeña medalla donde figura la fecha de nuestro casamiento”.

La pareja argumenta que decidió casarse ” por una necesidad de comprometernos y jurarnos simbólicamente amor. Eso es una necesidad de todo ser humano. Además nuestra unión se concretó porque nosotros somos muy creyentes (Alejandro es evangélico y Julio es católico) y nos hacía falta la aprobación de Dios”.

“Nuestro casamiento es como una fortaleza. Aunque peleemos el tema de la separación no está en nuestro vocabulario. Es muy lindo y seguro llegar a tu casa y saber que alguien te espera. Alguien con quien puedes abrazarte y que se la jugó por ti”, dice con emoción Alejandro.

Miguel y Valeria se casaron en Talagante el pasado 1 de febrero en presencia de familiares y amigos como se aprecia en fotografía de portada
Miguel y Valeria se casaron en Talagante el pasado 1 de febrero en presencia de familiares y amigos como se aprecia en fotografía de portada

“ESTOY ORGULLOSA DE MI CASAMIENTO”

La historia de Valeria (38) y Miguel (23) es completamente distinta a la de Alejandro y Julio. Primero porque en la relación hay involucrada una persona travesti y, segundo, porque la pareja no se casó a los meses de pololeo, sino luego de seis años.

Valeria y Miguel viven juntos en una casa que también es su lugar de trabajo, pues ahí tienen instalado su negocio: un pequeño almacén ubicado en Talagante, el mismo espacio donde el pasado 1 de febrero se casaron en presencia de vecinos, familiares y las madres de ambos.

Con la ayuda y al patrocinio de la Agrupación de Minorías Sexuales TravesNavia, organismo que les entregó un certificado de matrimonio, Valeria vestida con el típico traje de novia, selló su relación con Miguel ante un maestro de ceremonia que los declaró “marido y mujer”.

Cumbias, piscolas, aceitunas y papas fritas fueron el aperitivo de una celebración donde destacaba la predominancia de personas heterosexuales y en especial de menores de edad, entre ellos una niña de siete años que llevaba el velo de la novia a todos los lugares donde se desplazaba, para evitar que se ensuciará con el piso de tierra. Las vecinas hicieron lo suyo al lanzar arroz cada vez que Miguel y Valeria estaban juntos, acción que cerraban con el clásico “¡vivan los novios!”

“Estoy orgullosa de mi casamiento y de haber logrado lo que tanto quería y que pocos han podido hacer. Nos casamos porque deseábamos una relación fija y más comprometida. Antes sólo estábamos conviviendo no más. Ahora somos más respetable frente a la sociedad y ante nosotros mismos. Desde hace mucho que quería casarme para sentirme más segura de mi misma y de mi pareja, pero nos faltaba el empujoncito que al final nos dio TravesNavia “, dice Valeria.

 

Miguel firma certificado de TravesNavia que lo declara marido de Valeria
Miguel firma certificado de TravesNavia que lo declara marido de Valeria

Debido al éxito del matrimonio, TravesNavia sostiene que podría especializarse en patrocinar ese tipo de ceremonias. “Hay tantas parejas que quieren casarse y si nosotros podemos las ayudaremos a cumplir ese sueño. Una lesbiana que estuvo en el casamiento de la Valeria ya nos pidió que la asesoráramos su ceremonia”, señala la presidente del organismo, Juana Iris.

Mientras TravesNavia asesora sus nuevos casamientos y Valeria con Miguel preparan el viaje de su luna de miel a Valparaíso, la madre de la novia acepta a regañadientes el matrimonio, pero no porque sea “simbólico” o “diferente”, sino porque jamás pensó en la posibilidad de que su hija se convirtiera en “señora”.

“El casamiento fue una decisión de ella. Yo no puedo intervenir porque está demasiado grandecita. Una tiene que estar de acuerdo no más. Estoy contenta hasta por ahí no ma´. Los hijos dicen “nos casamos” y se casan no ma´. Valeria era la última que me quedaba y yo creía que nunca se iba a casar “, se lamentó la suegra de Miguel.

VOCES PSICOLÓGICAS Y SOCIOLÓGICAS

Profesionales de la psicología y la sociología tienen interpretaciones y evaluaciones distintas respecto a los motivos, las necesidades y las formas que adquieren los matrimonios simbólicos entre personas el mismo sexo efectuados en Chile.

El psicólogo Andrés Sandoval desmonta en forma lapidaria y desde raíz todas las razones que aducen las parejas homosexuales para matrimoniarse, considerando a ese fenómeno como una “desarmonía, una contradicción estúpida y un disparate”.

Validarse socialmente a través de un matrimonio simbólico es ” una estupidez porque la sociedad, al menos en Chile, no va a discriminar menos a un gay porque se case, y es una contradicción porque ese tipo de uniones son rechazadas. Además se ocupa un medio que es negado para validarse frente a quienes no te validan”, como ocurre en el caso de quienes efectúan ceremonias con exclusiva o mayoritaria presencia de minorías sexuales, indica el profesional.

Agrega que otras argumentaciones para concretar uniones simbólicas; como el asegurar la fidelidad, la compañía hasta la muerte o el entregarse a Dios; son igualmente “contradictorias porque el matrimonio no garantiza fidelidad ni para los homosexuales ni para los heterosexuales. En el caso de quienes dicen casarse porque son muy creyentes o religiosos hay otro conflicto porque buscan validarse ante un sistema que no los valida. Tampoco existen en Chile, por otro lado, beneficios legales que podría obtener la pareja homosexual al casarse simbólicamente. Estos rituales son, en consecuencia, una desarmonía y un disparate”.

Desde una visión distinta, la psicóloga Soledad Pérez afirma que aún cuando es cierto que los matrimonios simbólicos no tienen validez social, ni legal, ese tipo de rituales son “absolutamente válidos y sanos para las parejas. Las personas, sean homosexuales u heterosexuales, tienen la necesidad de sentir que su relación con el otro va creciendo y adquiriendo compromisos”.

El casamiento, simbólico o no, puede interpretarse ” como una paso más en la relación que la pareja previamente tenía. En todas las parejas es necesario sentir que se van quemando etapas, que la relación se va concretando y madurando y el matrimoniarse obedece a esa necesidad de ir más allá”, redondea.

En relación a la necesidad de entregarse a Dios de algunas parejas homosexuales mediante un ritual, ” debe entenderse que ellos se casan con una visión de Dios distinta, que no tiene que ver con las normas, con las leyes, ni con la religión. Es un Dios que permite la unión en un nivel más espiritual, moral y distinto al ético”, estima.

Aún cuando la psicóloga considera importante que las parejas homosexuales creen sus propios rituales para sus uniones simbólicas, en vez de copiar el matrimonio, explica que ello es comprensible porque las minorías sexuales “no tienen referentes para pensar en ceremonias distintas: el matrimonio como institución tiene toda una carga de ritos y rituales que son los que todos conocemos y, por lo mismo, es más fácil adscribir a ese modelo”.

Los rituales “cumplen la función de afirmación identitaria” y los homosexuales que efectúan ceremonias simbólicas no fracasan en ese intento por mucho que reproduzcan el matrimonio clásico, pues “las minorías sexuales pertenecen a la misma sociedad que los heterosexuales y no les es ajena”, agrega, por su parte, el sociólogo Angel Muñoz.

Al margen de esa apreciación, para el profesional es trascendental efectuar estudios sobre los matrimonios simbólicos entre homosexuales, pues la mayoría de los casos conocidos hasta ahora en Chile han involucrado a personas con escaso nivel educacional.

“A mayor nivel educacional tienes mayor posibilidad de racionalizar lo que te está pasando, tienes mayores argumentaciones y teorizaciones. Por ahí puede haber una suerte de explicación a estos actos, pues a menor educación puedes asumir diversos rituales, los cuales no requieren de la razón “, puntualizó Muñoz.

LA OPINIÓN DEL MOVIMIENTO HOMOSEXUAL

Para este año está previsto que ingrese al congreso un proyecto de ley elaborado por el Movimiento de Integración y liberación Homosexual (Movilh) que regula las relaciones patrimoniales entre personas del mismo sexo. El objetivo de la iniciativa es garantizar un piso de estabilidad básica a la pareja que permita por ejemplo a sus partes acceder a herencias o derechos económicos, en especial en aquellos casos cuando un integrante de la unión fallece.

“Nuestro proyecto no es un matrimonio, ni nada simbólico ni ritual. Sólo buscamos contribuir a mejorar la calidad de vida las parejas homosexuales y que las mismas sean reconocidas como una familia”, señala el dirigente del Movilh, Juan Hernández.

“Ahora si quienes firman el contrato desean efectuar en forma paralela una ceremonia o una fiesta o vestirse de novio o novia, ello es sólo decisión de cada persona y debe respetarse. Así es la diversidad. Cada persona es independiente y libre de efectuar los rituales que estime, sean religiosos o no “, puntualizó Hernández