EL PRIMITIVO COMPORTAMIENTO DE ALGUNOS PARLAMENTARIOS

Al iniciar la transición la gran mayoría de los chilenos nos generamos grandes expectativas respecto a una verdadera representación ciudadana en el Congreso. Luego de tres gobiernos democráticos el balance sobre el desempeño legislativo no es, sin embargo, del todo eficiente debido a las opiniones y acciones de algunos congresistas que tiñen y manchan al conjunto de nuestro Poder Legislativo.

Leyes cocinadas en 24 horas versus otras que llevan años durmiendo, la reiterada ignorancia de varios congresistas sobre temas abordados en el proceso legislativo, los atrasos e inasistencias y la vulgaridad de varios parlamentarios para referirse a determinados grupos sociales, demuestran que ciertos congresistas están violentando las características básicas de un verdadero Estado de Derecho, en especial las relacionadas con la representación ciudadana.

La inasistencia de algunos diputados para aprobar la ley que crea el Consejo Nacional de la Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural sumada a la primitiva violencia que ciertos parlamentarios han vertido contra la ciudadanía en el último mes en sus discusiones internas, dejan palmaria la necesidad de derogar algunos privilegios del Poder Legislativo con el fin de que la sociedad obtenga efectivas herramientas de defensa de sus derechos.

Si el conjunto de los chilenos tuviera la oportunidad de escuchar el tipo de discursos y argumentaciones que algunos congresistas exponen en sus sesiones para la defensa de sus posturas, la ciudadanía podría percatarse de la nula altura de miras y experticia en temas fundamentales para el desarrollo de nuestra nación.

El mes anterior, y sólo como un ejemplo de los constantes abusos de poder, los diputados derechistas René Manuel García, Darío Molina y Felipe Salaberry atacaron con garabatos a un grupo de vecinos que se manifestaron en el Congreso contra la venta de aguas efectuada por la municipalidad de Santiago.

En la ocasión, esos parlamentarios incluso discriminaron a “grito pelado” al presidente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), Rolando Jiménez, cuyas opiniones fueron descalificadas sólo por su orientación sexual. Igualmente algunos congresistas de derecha ridiculizaron con un lenguaje burdo a las dueñas de casa presentes en la sesión, calificándolas de “peludas” y “güatonas”

Episodios como los descritos son, seguramente, sólo una pincelada de lo que debe ocurrir de manera constante al interior del Congreso, donde ciertos parlamentarios muestran, amparados en privilegios injustos, su cara más intolerante, discriminatoria, ignorante, ordinaria y salvaje.

Personajes como García, Molina y Salaberry deberían ser sancionados por sus colegas sin vacilaciones con el fin de mejorar la imagen del Congreso, de la política y de la democracia que rige nuestra nación.

Los partidos políticos, por su parte, debieran ser extremadamente rigurosos en la postulación de sus militantes para cargos de elección popular, seleccionando a personas transparentes, con idoneidad en temas básicos para el avance de nuestro país y con verdadera vocación de servicio.

Los medios de comunicación tenemos la obligación de denunciar que la piel de oveja mostrada por algunos políticos en épocas electorales es dejada en el closet por ciertos congresistas cuando en el Congreso se discuten los temas de verdadero interés ciudadano.

Sólo visibilizando las injusticias de manera seria, responsable y sistemática, en especial cuando las violaciones a los derechos humanos son perpetradas por quienes gozan de poder, se contribuirá a la profundización del proceso democrático y a la consecuente participación política y social de todos aquellos chilenos interesados en el desarrollo nacional.