EL CASO DE UNA ALUMNA EXPULSADA DISCRIMINACION EN EL SISTEMA EDUCACIONAL

“Puede haber un orden social tolerante, democrático, y puede haber alternativas a las formas hegemónicas de concebir e interpretar la sexualidad”

*Por Irma Palma

Este artículo surge a raíz de una denuncia por discriminación presentada ante las autoridades educacionales de la V Región por una estudiante secundaria. En ese caso, y según informaciones periodísticas, el objeto de la discriminación habría sido una conducta interpretada institucionalmente como manifestación de lesbianismo; el efecto de la discriminación sería su expulsión. La resolución ha sido la del falso testimonio, no obstante, ameritó una exclusión espacio-temporal de la institución escolar.

Con esta reflexión se procura someter a interrogantes a la institucionalidad educativa respecto de su capacidad de promover el ejercicio del derecho a ser homosexual y, para ello, es necesario asumir la hipótesis de la discriminación a una escolar lesbiana, no la del falso testimonio.

Alguien como ella pudo encontrarse en ese proceso llamado “salir del closet” por comunidades homosexuales y lésbicas o “coming out”, según el lenguaje de los/as expertos/as. Es decir, el autoconocimiento del amor y el deseo hacia personas del mismo sexo. Ella pudo estar aprendiendo a vivir con esa forma de amar, con su específica configuración del deseo, explorando la seducción y la intimidad y familiarizándose progresivamente con el sexo y sus avatares. También pudo estar aprendiendo; no obstante y al mismo tiempo, la dureza de vivir su diferencia en el sistema escolar chileno.

El caso de la alumna discriminada evidencia la realidad de sujetos expuestos al juicio, rechazo y exclusión por parte de una institución que les resulta crucial. Se trata de una institución que porta una noción de orden social y que socializa a sus miembros en el mismo; que porta formas específicas de aproximación a las sexualidades, a las relaciones de género, a los cuerpos y a las instituciones de pareja y familia.

Puede haber un orden social tolerante, democrático, y puede haber alternativas a las formas hegemónicas de concebir e interpretar la sexualidad. Hasta ahora la escuela socializa y regula lo que concibe como el normal desarrollo de la sexualidad. Por ello, la estudiante expresa una “falla” institucional. Al mismo tiempo que fracaso, representa además una amenaza al orden sexual. Su presencia conecta e introduce mayor perplejidad al imaginario que contribuyó a instalar el embarazo adolescente -delator de la disponibilidad de las jóvenes mujeres para el sexo-, en tanto pone la disponibilidad de algunas jóvenes para amar y desear a otras mujeres.

La escuela, no obstante, observada como comunidad educativa puede ser distinta. La estudiante discriminada seguramente participa de una generación de jóvenes que la apoya, valora su diferencia y que cree en un orden escolar y social basado en el respeto a la diversidad. Es parte de una generación que ante personas como ella no se siente “expuesta” y que teme a la violencia sexual y de género, no a la diferente orientación sexual.

No puede haber impunidad. Hoy ella tiene de su lado a sus congéneres que aprendieron a apreciarla aún antes de su particular proceso hacia el amor y el erotismo. Aunque no lo sepa, ella tiene a su favor un aprendizaje de la humanidad que ha producido un amplio conjunto de principios políticos, éticos y jurídicos: los derechos humanos, en sus dimensiones de género, niñez, sexualidad, entre otros. Ella tiene derecho a gozar de autonomía en sus decisiones y elecciones sexuales, lo cual es parte de los derechos sexuales y reproductivos reconocidos por Naciones Unidas. Ella tiene derecho a vivir sin violencia, como promueve la Convención por la eliminación de todas las formas de violencia en contra de la mujer. Ella, a pesar de su edad, es una ciudadana, como lo consagra la Declaración de los derechos del niño. Ella tiene, finalmente, derecho a ser respetada por su diferencia, que la ubica como parte de colectivos y comunidades que requieren especial atención, como la comunidad lésbica, por estar todavía expuesta a una de las formas más intensas que alcanza el autoritarismo en nuestra sociedad.

*Sicóloga y docente de la Universidad de Chile.