El congresista del PPD trabaja en una reforma constitucional que garantiza la no discriminación y afirma que en los temas valóricos la UDI es profundamente integrista, mientras Lavin “no es un hombre de grandes ideas, pues actúa con gran pragmatismo”.
Por Germán Cañón
Acompañado del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) y de representantes de grupos indígenas, peruanos, gitanos, jóvenes y personas con acortoplacia y discapacidad visual y auditiva, el diputado Antonio Leal golpeó en mayo pasado las puertas del gobierno para pedir urgencia a la aprobación de un proyecto de ley que garantiza en la Carta Magna la no discriminación.
Modificar la Constitución es “un tema de civilización. Los pueblos civilizados son tolerantes e incorporan en su manera de ser y vivir el respeto y el gusto por la diversidad“, explica el político del Partido por la Democracia (PPD).
Para avanzar en la consolidación de una verdadera democracia, Leal en conjunto con otros parlamentarios y grupos minoritarios, centra en la actualidad sus esfuerzos en la creación de una Comisión, compuesta por representantes del gobierno, el Congreso y la sociedad civil, que buscará garantizar la igualdad de derechos a todos los chilenos.
Una de las tareas más importantes de la Comisión será apresurar la reforma el artículo 19 de la Carta Magna de manera que se garantice la no discriminación por razón de “raza, color, sexo, estructura genética, idioma religión, opiniones o preferencias, origen nacional o socioeconómico, nacimiento, edad, orientación sexual, imagen personal, enfermedad, discapacidad psíquica o fìsica, estado civil o cualquier otra condición social o individual”.
¿Cuál fue la respuesta del secretario general de gobierno Heraldo Muñoz a la petición de dar urgencia a ese proyecto de ley?
La respuesta fue muy positiva, pues el gobierno se comprometió a participar de una Comisión Tripartita, compuesta por representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo y de la sociedad civil, para dar urgencia a proyectos de ley que den fin a la discriminación.
Pero en términos concretos, ¿cuándo se modificaría la Constitución?
Eso depende de la velocidad que le otorgue el gobierno. Si el gobierno le da urgencia, la reforma debería ser discutida en el lapso de un mes en algún momento propicio desde el punto de vista legislativo. Es decir, que no se tope con otras urgencias. Lo cierto es que no es posible que esta reforma constitucional duerma en el Parlamento en momentos cuando se producen hechos discriminatorios incluso con violencia.
¿Cuáles son los beneficios reales que obtendrían los grupos discriminados con la modificación a la Carta Magna?
Si la Constitución ordena que no se puede discriminar a las personas por ninguna razón, se marca el conjunto de las leyes y, en consecuencia, es mucho más fácil acondicionar el conjunto de la legislación chilena y los pactos internacionales a la norma antidiscriminatoria.
La Comisión Tripartita (Gobierno, Legislativo y Sociedad Civil) para debatir sobre los temas de discriminación, ¿cómo funcionará?
Primero constituiremos la comisión de la sociedad civil en las próximas semanas. Esa comisión se reunirá mensual o bimensualmente para hacer sus análisis, y buscar soluciones legales o comunicacionales a los casos de discriminación que luego se coordinarán con el gobierno.
LA DERECHA Y LOS TEMAS VALORICOS
El Movilh lucha en estos momentos porque en la Constitución se garantice la no discriminación por orientación sexual. Esa demanda, apoyada por usted y otros congresistas, ¿provocará polémica o dificultará la aprobación del proyecto en el Parlamento?
Es muy probable que sí, pero también fue polémica la incorporación en la Carta Magna del concepto de personas y no sólo de hombres, e igualmente ha sido difícil incluir a los pueblos indígenas. Sucede que algunos sectores, como una parte de la oposición, no están dispuestos a garantizar los derechos para grupos más específicos.
¿La derecha está retrasada en la democratización valórica y cultura de Chile?
La Unión Demócrata Independiente (UDI) es un partido profundamente integrista, no por casualidad se liga culturalmente al Opus Dei y al cardenal Jorge Medina, reconocido mundialmente como uno de los cardenales más retrógrados, reaccionarios y polémicos en relación a cualquier tipo de cambio de mentalidad a nivel nacional e internacional.
¿Cómo interpreta entonces el acercamiento del Joaquín Lavín a grupos de travestis o transgéneros que ejercen la prostitución y a los cuales ayudó con un programa de reconversión laboral?
Lavín es un hombre que actúa con gran pragmatismo. No creo que sea un hombre de grandes ideas. Tras ese programa (de reconversión laboral) hay un esfuerzo demagógico de entender que estos fenómenos existen. Lavín quiere ampliar su horizonte electoral. Va a Cuba a hablar con (el presidente) Fidel Castro, no porque crea que Fidel es democrático. Va a Cuba sabiendo que es un dictador.
¿Eso significa que Lavín transa sus verdaderos principios?
Lavín está interesado esencialmente en construir una plataforma que le permita ganar las próximas elecciones presidenciales y por eso va a hacer muchas concesiones. Lavín sabe que viajando a Cuba se granjea de ciertas simpatías o bota barreras, corre la estaca, pero yo no tengo ninguna duda que Lavín es una persona integrista y conservadora que sólo está haciendo una operación de carácter electoral.