DEFENSA ELITISTA Y MEDIATICA DE HOMOSEXUALES

Muchas organizaciones que dicen ser “sociales” o “defensoras de los derechos humanos” parece que han perdido el rumbo y se han dejado llevar por las luces de la farándula o el efectismo, lo cual de una u otra manera implica un abuso inmoral de luchas que debieran ser sinceras, humanas y sin fines de figuración.

En las últimas semanas hemos sido testigos de brutales discriminaciones contra homosexuales, en particular contra mujeres. Primero una alumna fue expulsada de su colegio por ser lesbiana, luego una madre ve vulnerado el derecho de criar a sus cuatro hijas por amar a alguien de su mismo sexo y, como si fuera poco, dos canales de televisión censuran un aviso donde figuran dos mujeres besándose.

Todos esos casos, por razones diversas, han tenido una cobertura mediática muy menor en los medios de comunicación al compararla con el interés que despertó el caso de la jueza Karen Atala, quien perdió en un fallo de la Corte Suprema la tuición de sus tres hijas.

Mirado desde un contexto estrictamente periodístico y atendiendo a lo que los medios consideran como noticia, el trato dado a Atala v/s el otorgado a otros casos es compresible. Sin embargo, dejando al margen la labor de la prensa y centrándonos en el trabajo que dicen desarrollar organismos de derechos humanos en Chile, la diferencia de tratos es repudiable, pues refleja un interés elitista, oportunista, débil e inmoralmente mediático.

Decenas de organizaciones sociales (de minorías sexuales u otros sectores), y políticos dieron un rotundo apoyo a la jueza Atala, teniendo como telón de fondo muchas cámaras de televisión y periodistas de radios, revistas y diarios, tanto nacionales como internacionales.

El rechazo era “tan humano y fuerte”, según sus mismos organizadores, que efectuaron manifestaciones en el frontis del Palacio de Tribunales, aprovecharon cualquier vía para filtrar sus puntos de vistas y llegaron incluso a participar u organizar foros y debates que discutieron sobre la “maternidad lésbica”

¿Pero qué ha pasado cuando la homofobia no afecta a una autoridad, o cuando tiene débil o inconstante efecto en la prensa? Simple, los apoyos no existen, las manifestaciones son ilusiones, las declaraciones públicas brillan por su ausencia y, los seminarios, no tienen sentido.

Así es como cuando la joven Gabriela fue expulsada de su colegio y Karina ha luchado por sus cuatro hijas, sólo se ha recibido el respaldo del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), grupo que se ha caracterizado por estar en todos los casos de discriminación de los cuales toma conocimiento, sean o no mediáticos o afecten o no a una autoridad.

Gabriela es una joven de escasos recursos económicos, al igual que Karina, quien además carece de una profesión. Ellas, para la mayoría de las organizaciones y políticos que respaldaron a la jueza Atala, no existen, son invisibles y, por lo mismo, claramente discriminadas por quienes levantan las banderas del progresismo y la igualdad.

Las personas y grupos real y humanamente comprometidas con la defensa de los derechos humanos interfieren en las injusticias en todo momento y en todo evento y no en función del impacto mediático que tienen. El apoyo incluso debería ser superior a aquellas personas que además de ser vulnerables en razón de su orientación sexual, son dañadas en términos económicos, sociales y educacionales.

Muchas organizaciones que dicen ser “sociales” o “defensoras de los derechos humanos” parece que han perdido el rumbo y se han dejado llevar por las luces de la farándula o el efectismo, lo cual de una u otra manera implica un abuso inmoral de luchas que debieran ser sinceras, humanas y sin fines de figuración.

Si el ideal es la igualdad, que las acciones concretas demuestren ello, mediante un trabajo sistemático, duradero y de efectos palmarios y jamás limitados a la performance comunicacional, como ha ocurrido con muchos casos relacionados a las minorías sexuales, siendo uno de los más emblemáticos el referido al de la discoteca gay Divine.

Una lucha sincera por la igualdad de derechos se ve reflejada, en otras palabras, en la definición de trabajos que ayuden a todos y todas, sin mediciones elitistas o de impactos mediáticos ¿O es que acaso una dueña de casa es menos importante que una jueza?, ¿O es que acaso Karina es menos madre que Karen?