“DE PE A PA”: MIRADA APOLILLADA SOBRE HOMOSEXUALIDAD

Por Germán Cañón

8 de septiembre, 2003 (OpusGay).- Como si nada hubiera cambiado en los últimos años respecto a la homosexualidad, como pasando por alto que hasta la competencia (¡un canal católico!) tiene un personaje gay en su historia, el programa “De Pé a Pá” de Televisión Nacional de Chile debatió anoche sobre gays y lesbianas con un estilo que recordó a reportajes “ignorantes,“mediocres” y “estigmatizadores” efectuados en forma habitual en la década de los 80.

El animador, Pedro Carcuro, sin duda, tenía nula idea del tema y tiró la pelota del debate a sus invitados, sin coordinar ni hilar las diversas intervenciones de un cuadro mediático deprimente y ochentero: un sacerdote; opositor a las uniones entre personas del mismo, una periodista, que sin citar fuentes hablaba de los peligros de la homosexualidad, una diputada (María Antonieta Saa) a favor de la unión civil, pero que poco y nada pudo decir al respecto; y los principales activistas gays argentinos, por supuesto, en el sillón de los acusados y sin posibilidad de ahondar en sus argumentos.

La pregunta de entrada (y como para aclarar “que aquí hablaremos del tema desde su génesis”) era “si los homosexuales nacen o se hacen”, cuestionamiento no sólo añejo y propio de antiguos reportajes de Informe Especial, sino también inapropiado en un contexto de escasos minutos y con invitados que sin duda no podían dar luces sobre ese cuestionamiento y, peor aún, que evidentemente no eran los expertos en la materia.

Desde el nacimiento de los gays, el programa pasó automáticamente a las uniones civiles entre personas del mismo sexo (¿y la niñez y la adolescencia? se preguntaba uno), pero los testimonios del presidente y el secretario de la Comunidad Homosexual Argentina (Cha), César Cigliutti y Marcelo Suntheim, no fueron aprovechado en su verdadera dimensión, ni siquiera por ser la primera pareja de Latinoamérica en contraer ese tipo de vínculo.

En forma inesperada, y poco comprensible, Carcuro instó luego a sus invitados a referirse a la adopción de menores por parte de parejas homosexuales. Aunque las opiniones de los activistas argentinos y la del sacerdote eran las más acertadas para generar un debate “serio y brillante”, las intervenciones sin base de la periodista, el silencio de la diputada en torno a ese tema y la ignorancia del animador (que evidentemente no sabía a qué oquién darle más segundos para argumentar), redujeron la discusión a cuestiones tan elementales como si el hijo de una pareja gay o lesbianas tenía o no posibilidades de transformar su heterosexualidad.

La invitación cursada a un sacerdote católico, sector que desde hace años no es considerado por los medios como una fuente necesaria, y menos idónea, para referirse a la homosexualidad (a menos que el tema esté directamente ligado con la religión en especiales coyunturas), terminaron por demostrar que desde el director hasta el animador del programa decidieron hablar sobre la orientación sexual a propósito de nada.

Carcuro tampoco aprovechó las imágenes de apoyo que mostraron primero al movimiento homosexual criollo quemando la bandera del Vaticano y, luego el testimonio, de la primera pareja de lesbianas chilenas(Lina y Paulina)casadas en Canadá.

Las preguntas que asaltan son: ¿qué relación tenía la quema de la bandera con los temas que se estaban tratando?. ¿Será que tras esa presentación debía preguntarse algo al sacerdote y ahí recién uno podría haber entendido esa imagen? ¿Será que simplemente no tenían otras imágenes de apoyo?. Y en el caso de las lesbianas chilenas, cuyo testimonio era a veces casi incomprensible por problemas de sonido, ¿Por qué en ningún momento los invitados, ni el animador, resaltaron el pionero vínculo de dos compatriotas en el extranjero? ¿Por qué el testimonio de las mujeres, relacionado únicamente y exclusivamente con la unión homosexual, se separó en dos secciones, siendo uno de ellos presentado cuando los invitados debatían sobre la adopción?, ¿Por qué nadie dijo algo sobre la pareja lésbica?

Cada invitado y cada tema estaban inconexos y forzados en una contexto que nunca logró comprenderse, reproduciendo una tratamiento apolillado y básico sobre las orientaciones sexuales.

Está bien que se intente tratar un tema “de pé a pá”, pero sólo si es posible dar un hilo conductor. Que en el caso específico de la homosexualidad ello no ocurra, necesaria y lamentablemente deriva en un retroceso conceptual que además de contribuir a los estigmas sin sustento alguno, obvia los avances culturales experimentados por nuestra sociedad.