Hemos visto con indignación como los tribunales y las policías se han lavado las manos para estudiar y esclarecer los delitos cometidos contra personas homosexuales. En esas instituciones los derechos humanos de gays, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales no son considerados, otorgándoles un trato indigno que ha sido denunciado en reiteradas oportunidades con querellas y manifestaciones públicas de diversos organismos del país.
La variedad de antecedentes que existen sobre la materia evidencian, además de discriminación e intolerancia, diversas paradojas por las cuales atraviesa nuestro país. Por un lado vemos que los índices de homofobia disminuyen año a año, según estudios científicos, y que algunas políticas gubernamentales y parlamentarias están a favor de los sectores discriminados. Sin embargo, desde otro ángulo asoman personajes públicos con opiniones y acciones discordantes respecto a los objetivos de igualdad que promulgan las mismas instituciones de las cuales son parte.
Todo indica que si bien ha existido un interés por parte de algunas instituciones por aminorar la discriminación, al mismo tiempo hay un desorden, más bien un caos, por coordinar e integrar esas políticas de una manera coherente y, por sobre todo, eficiente.
En el caso específico de los asesinatos contra los homosexuales denunciados en los últimos meses, la irresponsabilidad o carencia de ética y moral no ha provenido, sin embargo, sólo de los órganos oficiales, sino también de personas que dicen, o al menos intentan, representar a las minorías sexuales.
Con asombro hemos escuchado o leído discursos de algunos activistas homosexuales, muchas veces de una misma persona, que se contradicen entre una y otra declaración denunciando 4, 3, 9 y hasta 24 asesinatos de gays o travestis en los últimos 2, 6, 8, 12 o 24 meses.
¡Señores/as con las muertes no se juega!. Lanzar cifras contradictorias al vacío, sin estudiar los casos, sin contactarse con los familiares, sin visitar los tribunales y sin ni siquiera saber o ponerse de acuerdo respecto al número real de las víctimas fatales es una irresponsabilidad que merece el máximo repudio y el nulo apoyo.
La prensa masiva, y gran parte de la opinión pública, ya está percibiendo como “chacota”, “oportunismo” o, peor aún, como una “mentira” las violaciones a los derechos humanos contra las minorías sexuales, precisamente porque las denuncias carecen de sustentos.
Aseverar de manera tajante, por otro lado, que todos los asesinatos de personas homosexuales son propiciados por discriminación o por una “ola homofóbica”, como algunos grupos han señalado, es una manipulación inmoral e irresponsable de los hechos, pues no existe ninguna prueba concreta que demuestre ese fenómeno en el 100 por ciento de los casos denunciados. Sólo existen interpretaciones antojadizas que vulneran los derechos y la verdad de quienes fallecieron y que, al unísono, entregan datos que obstaculizan el apropiado curso que las investigaciones deberían seguir para el esclarecimiento de las muertes de nuestros hermanos.
Así es como en dos casos denunciados como “asesinatos homofóbicos”, investigaciones de nuestros periodistas, basadas en entrevistas con amigos y/o familiares, han revelado que en realidad esas personas fueron víctimas de asaltos que en nada se relacionan con la orientación sexual de las mismas. Lo único demostrado aquí es que en todos los casos la justicia y las policías han sido negligentes. En palabras más simples, no todas las tragedias que ocurren a una persona homosexual (robo, agresión o asesinato) se explican por homofobia. Es cosa de preguntarles a nuestros amigos más cercanos!!!
La interpretación infundada sobre los alcances de la homofobia en Chile, al menos en el caso de los gays, pues respecto a las transgéneros está completamente demostrado que ellas sufren a diario las injusticias , sólo sirven para que determinadas personas o instituciones reciban apoyo económico o asilo extranjero porque, según las mismas, en este país los “homosexuales ni siquiera pueden salir a la calle” , apreciación a todas luces falsa.