Es comprensible que Kike Morandé, quien rechazó llevar a su programa a una persona homosexual, se arrogue una superioridad moral, después de abandonar a su esposa e hijos para tener un “affair” con Cecilia Boloco. Esa doblez, es típica del fundamentalista cristiano. Se consuelan de sus caídas moralizando a los demás.
Morandé representa en forma exclusiva a la estupidez y la mediocridad. Detrás de su cerebro inmensurablemente light (por no decir archi bobo), se esconde un complejo de inferioridad social e intelectual. El resiente no pertenecer a una familia aristocrática. Siempre se arrastró entre la plebe hípica como un eterno arribista, con todos los dones del callejero encumbrado: labia light, alegría light, chistes ligth. El eterno bufón de la corte, cuyo paraíso consistió siempre, en ser convidado a la mesa de los señores.
Este sujeto representa la auténtica involución del mono en materia intelectual. Toda su vida, es un credo que rechaza cualquier manifestación artística, científica o intelectual. Se ha esculpido una máscara para lidiar contra todas sus falencias mentales y culturales. Se ha auto-impuesto una chachara anti-intelectual tendiente a esconder su legendaria ignorancia e idiotez, como arma de defensa y trinchera.
En el medio artístico existe un solo gran bobo que se eleva por encima de toda mediocridad para constituirse en el prócer de la micro- entretención ligth. Morandé es el tipo que se sube al pulpito para excretar estupideces a la juventud, como si su humor de patán alcohólico y parrandero de piñata pudiera compararse al humor de las inteligencias profundas e ingeniosas.
El apuesta por los caballos, pero ni los caballos apostarían por él. Morandé el jockey enano de la pantalla y de la sociedad.
Carlos Pereira
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Con mucha tristeza yespanto he terminado de enterarme de más detalles del incendio de la disco Divine en Valparaíso. El sábado pasado tuve la oportunidad de conversar con 4 personas que como yo estuvieron en tal trágico suceso. Cada uno llegamos a la conclusión de que hay muchísimos elementos que permitirían no sólo reabrir el caso, sino también levantar cargos contra las personas que aprovechándose de una tragedia sacaron los sentimientos homofóbicos más grotescos que la naturaleza humana pudiera soportar. Como muestra: dos personas aseguran que Carlos Araya no murió ahogado en las escalas de la Divine, sino que de un gran golpe que le dieron en la cabeza cuando “lo tiraron” en la vereda del frente donde estábamos los heridos. Uno de ellos fue incluso brutalmente golpeado por un funcionario de Investigaciones para que firmará una especie de declaración donde desligaba de responsabilidad a los dueños del local (?!). Por favor les pido a quienes corresponda la máxima ayuda para quienes quedamos sin siquiera una explicación de parte de las autoridades de lo que
realmente pasó esa noche.
J.C
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Queridos hermanos de tan impactante periódico. He estado de visita en Santiago por una semana y en contacto con un amigo me he enterado de esta amplia red informativa. Soy sacerdote católico y me siento indignado y ofendido por un grupo de retrógrados y conservadores, falsos lideres religiosos que ciertamente dan más importancia a moral de escritorios que al sufrimiento mismo del ser humano. No me ciego por ideologías, trato de ser fiel al Jesús que conozco por experiencia propia y que claramente está en la Biblia. Quiero ofrecer mis servicios (en el equilibrio) para ayudar a demostrar la presencia de la Misericordia de Dios, clara y evidente para todo ser humano.
Lorenzo
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Me había llegado el rumor sobre este medio de prensa nuevo e innovador. Lo busqué por la red hasta encontrarlo. Desde el extremo de Chile los quiero felicitar porque por primera vez en la historia podemos convencer a la ciudadanía de ciertos ámbitos y decir las cosas por su nombre en este medio escrito que nos defiende de las agresiones. Me siento orgulloso de que ustedes, un puñado de personas, estén presentes en esta vorágine de medios. Les mando todas las energías positivas.
Pedro Flandes
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Junto con felicitarlos por la dedicación que tienen al publicar su periódico y por constituirse en presencia activa en los quioscos de la ciudad, paso a exponer mi opinión. ¿Es necesario soportar cuotas de homofobia e intolerancia en las propias páginas del periódico que ustedes dirigen?. Esto, a raíz de dos cartas publicadas en los números 3 y 4, firmadas por una estudiante de derecho y por un heterosexual, quienes no dudan en llamarnos “degenerados” y “gente enferma”. Yo no estoy en pro de la censura, es más, me parece interesante y beneficioso escuchar opiniones contrarias frente a temas diversos. Pero lo que no se puede permitir es la descalificación gratuita y la falta de respeto hacia los homosexuales que compramos el periódico o visitamos su página de internet.
R. Millar, profesor.