Durante 12 años la ILGA ha luchado por tener voz propia en las Naciones Unidas. El último esfuerzo, de enero pasado, fracasó debido a la presión de los grupos más conservadores. Tras el rechazo, las minorías sexuales de todo el mundo se pronunciarán en marzo próximo en el frontis de la ONU entregando una rosa a los países que han apoyado su lucha. Entre ellos está Chile.
Por Catalina Herrera

14 de febrero, 2006 (OpusGay).- Que la homosexualidad aún es ilegal en diversos países es un hecho cierto. Es, sin mayores lecturas, el principal talón de Aquiles del movimiento mundial de las minorías sexuales.
La ilegalidad, sin embargo, no ha impedido que las minorías sexuales se organicen en aquellos países donde la homosexualidad recibe las peores penas del infierno. Más aún, muchos de esos grupos establecen continuas relaciones con sus pares extranjeros al ser integrantes de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA), la más amplia comunidad mundial del sector.
En un claro intento por resguardar la integridad física y psicológica de sus pares, desde la ILGA se ha optado por mantener en reserva el nombre de sus agrupaciones que pertenecen a países donde la homosexualidad es un delito.
Tal política, tiene sus costos, pues fue uno de los principales argumentos que dieron diversos sectores para impedir que la ILGA accediera al estatuto de observadora en las Naciones Unidas, decisión oficializada el anterior 23 de enero por el Consejo Económico y Social de la ONU (Ecosoc)
El manager de la Ilga, Stephen Barris, explica a OpusGay que en enero pasado recibieron desde el Comité de Organizaciones Gubernamentales del Ecosoc un fax “con una serie de preguntas. En el fax se ponía en duda el hecho de que ILGA tuviera miembros en África o en India. Por eso, nos pidieron los certificados administrativos de grupos que pertenecen a países donde la homosexualidad es ilegal, lo cual, obviamente es imposible”.
Acto seguido, el Ecosoc demandó a la ILGA que aclarara de que manera garantizaría que ninguna de sus grupos promueven la pedofilia, considerando que mantenía en el anonimato la identidad de algunos de sus integrantes.
La ILGA aclaró que podía dar fe de ello. Incluso recordó que en 1995 expulsó a tres sus miembros luego de comprobarse que en su historia pasada habían promovido la pedofilia. Pero ello no bastó y los usuales vínculos que hacen los grupos conservadores entre homosexualidad y pedofilia se impusieron.
Resultado: el Ecosoc rechazó discutir la posibilidad de dar el estatus de observadora a la ILGA en las Naciones Unidas, contando tal resolución con el voto favorable de Camerún, China, Cuba, Irán, Pakistán, la Federación Rusa, Senegal, Sudán, Estados Unidos y Zimbabwe y la abstención de Colombia, India y Turquía.
Otros cinco países, en cambio, tuvieron una postura favorable a la ILGA. Se trata de Chile, Francia, Perú, Rumania, todos los cuales vieron liderada su política por Alemania.
El apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania fue tan rotundo, recuerda Barris, que sus representantes pidieron al Ecosoc que aclararan en consecuencia si efectivamente “ creían con seriedad que su gobierno apoyaba la pedofilia” al dar su respaldo a la ILGA. Más aún, Alemania presagió “que tarde o temprano el Ecosoc deberá asumir su homofobia y crecer para enfrentarse con un debate destinado a reconocer los derechos de las personas homosexuales”.
LA LUCHA POR UN ESTATUTO
Para Barris la conclusión es que el Ecosoc manipuló el tema de la pedofilia para ocultar su homofobia. A su juicio, la prueba más concreta de ello es que no solo la ILGA fue rechazada en enero pasado como observadora, pues igual suerte corrió la Asociación Danesa de Gays y Lesbianas (LBL).
“Se trata de maniobras políticas porque no pueden admitir públicamente su homofobia. La LBL jamás tuvo historia de pedofilia en el pasado y tampoco la tuvo ILGA, pero eso no lo quieren oír” , sostiene.
La ILGA perdió su estatus de observador de la ONU en 1994, tras haberlo conseguido dos años antes cuando el primer discurso sobre homosexualidad dictado en las Naciones Unidas en palabras de esa Asociación causó impacto en las Naciones Unidas. Las razones para perder el estatuto fueron las mismas que se dan hoy.
Desde 1994 la ILGA no ha cruzado los brazos y gracias a pases de “organizaciones amigas” han logrado que su voz sea escuchada en la ONU. ” Estos últimos años hemos llevado un total de 50 personas a testimoniar, a hacer debates públicos en las Naciones Unidas” , indica Barris.
Pero a la ILGA no le basta con eso. Además de ser burocrático el hecho de hablar en nombre de otras instancias que tienen el estatuto de observador para ser escuchados, consideran la medida claramente injusta. ” Nos quieren ignorar, nos quieren invisibilizar. Creo que saben que discutir de la homosexualidad en la ONU les obligara a enfrentarse con una lucha que perderán. Negar el estatuto de observador es parte de esta estrategia que tiene su base en el clima de fundamentalismo actual”, sentencia Barris.
Es precisamente la convicción de que el estatuto de observador modificará los “discursos homofóbicos” en la ONU, lo que mueve a las minorías sexuales a exigir tal derecho, aún cuando el mismo no les brinda la posibilidad de votar, sino sólo de ser escuchados.
Desde una mirada simplista, añade Barris, se puede “decir que la carencia del estatuto no tiene importancia, pero no es así. Tiene sobre todo valor simbólico. Estamos bien conscientes que una sola decisión a favor de los derechos de los gays, lesbianas, bisexuales y trans no va a cambiar radicalmente la realidad de millones de personas en el mundo. Pero eso es nuestra tarea común, es nuestro pedazo de lucha”.
CHILE Y MANIFESTACION EN LA ONU
Uno de los respaldos más aplaudidos por el movimiento homosexual criollo, y también por el internacional, fue el que brindó Chile al estatuto de observadora de la ILGA.
La Cancillería chilena comenzó a interiorizarse sobre la realidad de las minorías sexuales cuando el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) desarrolló con éxito ante el Ministerio una campaña que buscaba el respaldo del país a la resolución sobre ” Derechos Humanos y Orientación Sexual”, cuya votación en la ONU ha sido postergada por tres años seguidos, desde el 2003, debido a las presiones del Vaticano y los países islámicos.
Fue en ese contexto, y también en el marco de una conferencia regional de la Ilga en Chile que tuvo lugar en septiembre del 2004, que la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas pudo conocer de primera mano la buena disposición de la Cancillería chilena.
En esa oportunidad, “ el co-secretario general de la ILGA, Kursad Kahramanoglu, y yo visitamos el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y nos quedó claro su apoyo a nuestra lucha. Me alegro que Chile este moviéndose hacia más derechos civiles y protección de las minorías”, sostiene Barris.
La opinión es evidentemente compartida por el Movilh. ” El actual gobierno ha dado importantes señales de apertura y uno de los puntos más relevantes es que gracias a nuestra lucha ello también se ha traducido en la política internacional del país. Nuestra satisfacción es grande”, indica el presidente del Movilh, Rolando Jiménez, junto con recordar que su organización está además trabajando con la Cancillería para que la Convención Interamericana contra la Discriminación, a votarse en la Organización de Estados Americanos (OEA), también considere a las minorías sexuales.
Es por este tipo de políticas que Chile, junto a representantes de los otros países y organizaciones que apoyaron el estatuto de observador de la ILGA; como son Human Rights Watch y Amnistía Internacional; recibirán en marzo próximo un reconocimiento de parte de las minorías sexuales de todo el mundo.
La actividad tendrá lugar en el frontis de la ONU cuando en Ginebra se celebre la 62 Sesión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y en forma paralela se desarrolle en la misma ciudad, entre el 27 de marzo y 3 de abril próximo, la XXIII Conferencia Mundial de la ILGA.
” En vez de protestar delante de la ONU, vamos a dar una rosa a cada participante y hacer una foto frente a las Naciones Unidas como un gesto de premio a los gobiernos que nos han ayudado este año. Es un acto de amor y de fe en el futuro “, anuncia Barris.
Y es precisamente fe lo que requiere la ILGA en la actualidad, pues deberá esperar, por norma, otros tres años para solicitar nuevamente el estatuto que le ha sido negado desde hace más de una década.
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