Desde comienzo de los 90 las minorías sexuales vienen estrechando alianzas con la política tradicional para potenciar sus demandas. Hoy, cuando ya existen algunas líneas partidarias en torno al tema, el proceso se define por el compromiso real versus el oportunismo electoral o mediático y por las desconfianzas de los antiguos hacia los nuevos personeros que se han sumado a la causa.
Por Germán Cañón y Catalina Herrera
23 de septiembre, 2003 (OpusGay).- Mientras en 1991 sólo una colectividad política, la extinta Participación Democrática de Izquierda (PDI), abrió momentáneamente sus puertas a las minorías sexuales, en la actualidad son cuatro los partidos que promueven el respeto hacia los homosexuales y son decenas de parlamentarios o líderes o políticos, de diversas tiendas ideológicas, que han dado su beneplácito a propuestas provenientes del movimiento gay, lésbico o transexual.
Las estrategias utilizadas por las minorías sexuales para sus lobbys son principalmente dos: Una, que ha sido liderada por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), corresponde al establecimiento de alianzas con parlamentarios y representantes de partidos o del gobierno dando predominancia al compromiso discursivo y práctico con la causa antes que a las tendencias ideológicas de los políticos. La segunda, que ha sido por lo menos hasta ahora principalmente experimental, consiste en la identificación de un grupo de minorías sexuales con una sola corriente ideológica (la izquierda) o con un solo partido, desde los cuales se pretende generar los cambios.
Aunque los acercamientos han derivado en importantes logros para los homosexuales, muchos de los cuales son públicos, el fenómeno no ha estado ausente de conflictos, como son las rivalidades entre congresistas que dificultan los objetivos del movimiento gay y el débil o oportunista compromiso con la causa por parte de algunos políticos como Heraldo Muñoz o Guido Girardi, los cuales en conferencias de prensa conjuntas con homosexuales se han comprometido en diversos apoyos jamás concretados y que, por lo mismo, han traído más de un dolor de cabeza a las minorías sexuales.
A un paso de las elecciones municipales del 2004, y cuando el Partido Socialista ha anunciado la creación de un “Núcleo Gay” en su seno (llegando incluso a perfilarse a través de la prensa como uno de los protagonistas de la Marcha 2003 del Orgullo Gay) y cuando el Partido por la Democracia (PPD) está más abierto que nunca a ceder un cupo independiente en los próximos comicios al líder del Movilh, Rolando Jiménez, es oportuno dar cuenta de la historia pública y oculta en el vínculo homosexualidad-poder político.
El PODER HOMOSEXUAL
Hasta ahora el apoyo partidario-institucional a la causa homosexual carece de un programa o una estrategia definida que contemple acciones concretas y no meramente coyunturales, predominando la acción de los parlamentarios de esas colectividades, quienes caminan en forma independiente, y nunca informada o coordinada, con sus respectivas bancadas o direcciones.
El Movilh ha resultado ser un hábil estratega para adecuarse a tal contexto obteniendo apoyos transversales a sus propuestas y potenciando las mismas gracias a un fuerte contingente comunicacional que ha derivado en que esa organización de minorías sexuales sea la más conocida del país.
Fue en 1999 cuando el Movilh, consciente de su capacidad de lobby a nivel parlamentario y gubernamental, decidió tomar una definición dada por una periodista de Chilevisión (Karina Alvarez), quien calificó al grupo en uno de sus reportajes como “el verdadero brazo político de las minorías sexuales”. Hoy, esa frase es precisamente el slogan del Movilh.
Aún cuando es de conocimiento público que el promedio de los dirigentes del Movilh tienen mayor empatía con corrientes izquierdistas que derechistas o centristas, lo cierto es que a nivel institucional la organización se define como “independiente y autónoma”.
A juicio de Jiménez ” sólo así podemos garantizar que el movimiento responda a los reales intereses de la población homosexual, la cual en su mayoría se declara apolítica, mientras el resto se dispersa entre el centro, la izquierda y la derecha”
Redondea que la independencia partidaria ” tiene además efectos culturales importantes, pues amplia el debate a diferentes esferas, y tiene consecuencias políticas exitosas, por cuanto es posible conseguir apoyos transversales en la defensa de los derechos de las minorías sexuales”.
A pesar de potenciar la autonomía política, el Movilh ha sido identificado por algunos sectores como muy cercano a la Concertación, y en especial al PPD. Jiménez tiene una explicación simple para ello. “Esa errónea percepción se ha producido simplemente por el hecho de que han sido los parlamentarios del oficialismo los más dispuestos a apoyar la causa, y sólo en el último tiempo se han sumado otros sectores, como parlamentarios de derecha con los cuales por cierto también potenciaremos las alianzas”, dice.
Una de las astucias del Movilh ha sido consolidar el apoyo político a sus demandas en plenos períodos electorales. Así, en 1997 nueve candidatos al Congreso (todos de la Concertación) firmaron una carta donde se comprometieron a despenalizar la sodomía, la cual dejó de ser sancionada por el Código Penal un año más tarde. En las elecciones parlamentarias del 2001, en tanto, otros trece candidatos (todos de la Concertación) afirmaron, en un nuevo documento redactado por el Movilh, que votarían a favor de una reforma constitucional que garantiza la no homofobia.
Ante la contundente apertura mediática y la mayor aceptación ciudadana sobre la homosexualidad experimentada desde el 2001, el Movilh decidió que era el momento más apropiado, “dado el ambiente reinante”, de involucrar en el tema a la derecha.
Así en marzo del 2001, y ante la arremetida lanzada por la Municipalidad de Santiago contra las travestis que ejercen el comercio sexual, el Movilh demandó al alcalde Lavín cambiar la represión por un plan social consistente en un programa de reconversión laboral que fue aceptado al instante y este año, en forma inédita, obtuvo el respaldo indiscutido de un parlamentario RN (Osvaldo Palma) al proyecto de ley de unión civil entre personas del mismo sexo que ingresó al Congreso el pasado 2 de junio con el más alto patrocinio permitido por las leyes.
EL COLOR NO SIEMPRE ES ROSA

Mientras la relación con los parlamentarios ha dado algunos frutos, la estrategia cursada por el Movilh ante el gobierno sido parcialmente exitosa, pues muchas de las promesas que han obtenido una importante cobertura mediática, jamás han sido llevadas a la praxis.
Es el caso de una Comisión Tripartita (Parlamento, Sociedad Civil y Gobierno) destinada a avanzar en la aprobación de leyes antidiscriminatorias que el Movilh viene demandando desde el 2001.
A comienzos del 2002 el entonces ministro secretario general de gobierno, Heraldo Muñoz y el subsecretario general de la Presidencia, Gonzalo Martner (actual presidente del PS), comprometieron al Movilh su apoyo técnico y político para consolidar la Comisión Tripartita, pero los meses pasaron, ambos ya no están en sus cargos, y la promesa no se cumplió, a pesar de que fue pública y mediática.
El año pasado el gobierno, a través del entonces ministro (s) del Interior, Jorge Correa Sutil, se comprometió también a estudiar antecedentes del Movilh sobre campañas y acciones neonazis en contra de diversas minorías, pero las investigaciones jamás fueron cursadas.
Aún cuando la dirección del Movilh se reserva los detalles de este percance, fuentes de ese grupo homosexual califican a la conducta del gobierno,pero sólo en casos específicos, de abiertamente “oportunista” y de carecer, por “ignorancia o flojera”, de una política clara y definida en torno a los fenómenos de la discriminación. “La constante ha sido que en el terreno estrictamente político comprometen mucho, pero hacen poco a pesar de que sus pronunciamientos son públicos. De todas formas igual seguimos este año con las gestiones para conformar la Comisión Tripartita porque beneficiará a nuestro sector”, dicen las fuentes.
Y aunque las ventajas en la relación del movimiento homosexual con el Congreso son claras, “en ese plano también ha habido inconsistencias a raíz de acciones de diputados como Guido Girardi, quien en muchas ocasiones ha sido irresponsable en su coordinación con el movimiento homosexual” , agregan.
En efecto, en 2002 Girardi anunció en conferencia de prensa, tras una solicitud del Movilh, que asesoría legalmente a un joven (Carlos Zamora) que había sido despedido por razones de orientación sexual de la empresa Gasco. El diputado, y entonces presidente del PPD, jamás volvió a interiorizarse en el tema.
La situación se repitió a fines del 2002 cuando Girardi se comprometió con el Movilh a presentar desde el PPD una querella contra quienes resultarán responsables del asesinato del joven gay Mauricio Ortega. La acción legal no se concretó.
“El problema de movimientos como el nuestro es que carecemos de recursos económicos para facilitarles abogados a las personas que nos solicitan ayuda. Entonces tratamos de establecer alianzas con quienes creemos puedan dar esa asesoría”, dicen miembros del Movilh.
“Lo más lamentable de los casos cuando personas como Guirardi no cumplen sus promesas, es que ello daña la credibilidad del Movilh frente a las personas que buscan nuestro apoyo. Ahora que hemos aprendido muchas lecciones estamos optando por otro tipo de estrategias”, agregan.
Pero los conflictos no terminan ahí. Según indican las fuentes, semanas antes de ingresar el proyecto de unión civil al Congreso, Jiménez tuvo un “encontrón” con Guirardi, luego que el parlamentario se pronunciara a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Rolando (Jiménez) le dijo a Girardi que era una irresponsabilidad lo que estaba haciendo. Ello porque él era uno de los diputados que apoyaban nuestro proyecto de unión civil, pero al mismo tiempo estaba hablando de un matrimonio, algo completamente distinto y que ha sido utilizado por los sectores más conservadores para deslegitimar la propuestas, a la cual han mal calificado de un matrimonio encubierto”, comentan las fuentes.
Como si fuera poco, el movimiento homosexual también ha debido sortear las rencillas existentes entre parlamentarios como Lily Pérez (RN) y María Antonieta Saa (PPD).
En un comienzo Pérez se mostró favor de patrocinar el proyecto de unión civil del Movilh. Tras leerlo, informó a Jiménez que la iniciativa “adolecía de fallas jurídicas” y se comprometió a mejorar con sus asesores legales esas falencias y a asistir a la presentación pública de la norma.
Al enterarse de que Saa participaría de esa conferencia de prensa, Pérez aclaró que apoyaría la propuesta, pero advirtió que no asistiría a la presentación pública, pues tenía conflictos con la parlamentaria del PPD.
La noticia fue un balde agua fría para el Movilh que hasta ese momento sólo contaba con el apoyo de un representante de la derecha (Pérez) para presentar el proyecto. Tras ello, el asunto se fue poniendo color de hormiga porque Pérez restó definitivamente su adhesión al proyecto aduciendo que presentaba “fallas jurídicas”, eso aún cuando sabía que la redacción final de la norma era distinta a la conocida originalmente por la parlamentaria, pues había corregido sus faltas técnicas.
PARTIDOS Y HOMOSEXUALES: LA PAUTA DEL PDI

En enero de 1991 un dirigente de la Comisión Política del PDI, colectividad que agrupaba principalmente a ex comunistas, expresó su malestar público porque ese partido desechó seguir facilitando su sede para el funcionamiento del recién nacido y entonces desconocido Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh) y porque el grupo descartó en su IV Congreso pronunciarse respecto a las orientaciones sexuales.
La denuncia la hizo Rolando Jiménez, quien al mismo tiempo era uno de los voceros del Movilh. “Es profundamente contradictorio el discurso y la práctica del PDI” , alegó Jiménez a través del extinto periódico La Epoca tras informar sobre su renuncia al partido.
El conflicto fue particularmente complejo porque la dirección del PDI era liderada por Fanny Pollarolo, ex diputada y política pionera en la defensa pública de los derechos de las minorías sexuales. Formaban también parte de la directiva el actual intendente de la Quinta Región, Luis Guastavino, el actual Seremi de Educación de Valparaíso, Pablo Meklenburg y el diputado Antonio Leal, otro de los parlamentarios que ha apoyado en forma sistemática al movimiento gay.
¿Que había pasado para que un partido con una directiva indiscutiblemente favorable a la causa homosexual terminara por expulsar de su sede el Movilh?. La respuesta es simple. En ese período el PDI estaba en una etapa de formación y las bases del mismo eran absolutamente reacias a considerar a las minorías sexuales.
“Es un poco triste reconocerlo, pero el mundo popular, es decir las bases partidarias, era más cerrado a respetar las minorías sexuales porque era un tema con predominancia de prejuicios, tabú y homofobia. Desde la directiva del partido debimos enfrentar resistencia a esa situación”, recuerda Fanny Pollarolo.
Si bien es cierto que la historia al interior del PDI tuvo un final infeliz para el Movilh, grupo que tras conseguir financiamiento de unas monjas holandesas pudo contar con sede propia, lo concreto es que esa colectividad marcó la primera señal partidaria de apertura al movimiento homosexual, abortada, claro está, en tiempo récord.
La tendencia aperturista fue seguida en la década de los 90 por un debilitado Partido Humanista (PH), el cual por su cosmovisión siempre ha abogado por la diversidad y, en consecuencia, contó entre sus bases a muchos homosexuales, pero que jamás se organizaron en una comisión, célula o núcleo.
En forma paralela le tocó el turno al PPD, la primera colectividad con electorado fuerte que asumió una línea partidaria contraria a la homofobia. “En 1993 incluimos en nuestra Declaración de Principios el rechazo a todo tipo de discriminación, lo cual incluye a las minorías sexuales. El compromiso es tan real que soy gestor de un proyecto de reforma constitucional que garantiza la no discriminación por orientación sexual”, indica el diputado y presidente del PPD, Víctor Barrueto.
Aunque en los 80 Jiménez se apartó del Partido Comunista (PC) y lo acusó de “posturas homofóbicas hacia mi persona” y entre quienes estuvieron a favor de expulsar al Movilh del PDI había ex bases de esa colectividad, el comunismo chileno dio un vuelco importante en el 2001 (año de elecciones parlamentarias) sumándose a la pauta ya marcada por el PDI.
“En un evento regular del PC, en la Segunda Conferencia, se acordó formar un área interna sobre minorías sexuales, lo cual fue ratificado en el XX Congreso del Partido”, explica Tatiana Rojas, mujer encargada de ese grupo y una de las pocas lesbianas que ha dado públicamente la cara en defensa de su sector.
Para no quedarse atrás, el 21 de agosto pasado el PS anunció la creación de un “Núcleo Gay” en su seno, iniciativa liderada por el activista gay Marcelo Zamora. ” Nuestro objetivo es crear una plataforma teórica y política para organizar a la gente gay dentro del partido socialista”, indica.
El secretario general del PS, Arturo Barrios, afirma que no era necesaria la creación de un Núcleo Gay para que su partido abordara la orientación sexual y aclara que esa instancia obedece esencialmente al deseo de los homosexuales socialistas ” por tener expresión en los consejos generales y por generar espacios comunes”. Advierte, sin embargo, que “las confecciones de alianzas y de trabajo le corresponden a la dirección de un partido y no a un núcleo de el”.
En la transformación de los partidos descritos han incidido sin duda la apatía ciudadana en torno a las colectividades políticas, que obliga a sus líderes a reactualizar sus discursos, y las significantes mermas en los índices de homofobia, fenómeno gatillado por las actividades del movimiento homosexual y por la apertura de la prensa.
Otra causa importante es que a diferencia de comienzos de los 90, hoy el tema “no es percibido como poco rentable o como políticamente un peligro desde el punto de vista electoral. Espero eso sí que las nuevas posiciones de algunos partidos estén realmente conscientes y asumidas y no sean estrictamente electorales” , indica la socialista Pollarolo
Mientras el PC, el PPD y el PH ya han dado señales pro-gay de manera institucionalizada, el resto de la arena partidaria se mantiene al margen, aún cuando muchos de sus representantes se han sumado a título personal a propuestas del movimiento.
Es el caso del Renovación Nacional (RN) donde la homosexualidad “no sido discutida en el sentido de tomar una decisión de partido” , indica el diputado Osvaldo Palma, o de la Democracia Cristiana (DC), donde la no discusión sobre la orientación sexual “es un tema que no interesa o no tiene simpatías al interior de las autoridades del partido”, señala el parlamentario Gabriel Ascencio. Ambos congresistas aclaran, empero, que sus respectivos partidos no impiden o obstaculizan los pronunciamientos frente al tema.
Similar es la situación de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI), donde sólo su líder natural, Joaquín Lavín, ha tenido pronunciamientos respecto al tema, llegando a promover desde su sillón de alcalde en Santiago un programa de reconversión laboral para las travestis que ejercen el comercio sexual.
Cierra el círculo desde la menor a mayor visibilidad de la homosexualidad, el Partido Radical Socialdemócrata (PRSD), donde la orientación sexual es un tópico definitivamente inexistente.
LAS RAMAS DEL MOVIMIENTO

En forma paralela al “nuevo orden” de las colectividades políticas y a la estrategia del Movilh, otros grupos homosexuales han entablado alianzas con la institucionalidad de los partidos y/o de plano se han identificado con una corriente ideológica.
Tal es el caso del Comité de Izquierda por la Diversidad Sexual, instancia que en el 2001 obtuvo un cupo en el Partido Comunista para lanzar la candidatura a diputado por Santiago del activista gay y ex miembro del Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (Mums), Carlos Sánchez.
Si bien la candidatura dejó en clara evidencia el acercamiento del PC a la homosexualidad, lo concreto es que los comunistas venía participando de algunas actividades que protagonizaba el Mums desde hacía tiempo, siendo un ejemplo la sumatoria del partido rojo a las marchas por el orgullo celebradas cada septiembre.
Este año la marcha, a efectuarse el 27 se septiembre, ya no es sólo liderada por el Mums, sino por una recién creada aglutinación de diversos grupos homosexuales que ha sido denominada Coordinadora Nacional Gay, Lésbica, Bisexual, Transgénero y Transexual.
La instancia, que pretende perfilarse en forma autónoma de los partidos, tiene como sus representantes a los dirigente de la Comunidad Ecuménica Cristiana Gay Lésbica (Cegal), Juan Cornejo; de Traves Chile, Silvia Parada; de la Corporación Chilena de Prevención del Sida, Carlos Serrano y del Núcleo Gay PS, Marcelo Zamora.
Fue precisamente el lobby de Zamora el que posibilitó que el PS apoyará y se sumara a la Marcha 2003 de las minorías sexuales, al punto que el partido fue uno de los grupos que lanzó el domingo anterior las actividades de la Semana del Orgullo, organizada por la Coordinadora Homosexual.
Debido a la predominancia dada por la prensa a la sumatoria del PS, el hecho despertó el temor al interior de ciertos miembros de la Coordinadora de que los socialistas ” figuren como dominando o dirigiendo una actividad del movimiento homosexual, porque ello no es así”.
Según fuentes de la Coordinadora la principal molestia sobre una eventual hegemonía socialista la ha manifestado el Mums, grupo que en todo caso ya había tenido en las marchas anteriores fisuras con TravesChile debido a la presencia comunista, la cual para este año aún no ha sido confirmada.
Los impasses no terminan ahí, pues la presidenta de TravesChile, Silvia Parada aprovechó las actuales celebraciones del Orgullo 2003 para criticar la ausencia del alcalde Joaquín Lavín en una seminario sobre política efectuado este lunes en el marco de esa actividad y que contó con la participación de dos representantes de la Concertación, la diputada Saa y la ex parlamentaria Pollarolo.
La molestia se produjo por el hecho de que TravesChile ha contado con la activa colaboración del líder derechista, lo cual ha agradecido públicamente. A pesar de que Parada ha establecido alianzas con representantes de diversas corrientes ideológicas, su cercanía con la Municipalidad de Santiago le ha valido el título de ” el maricón de Lavín”, según ella misma ha señalado.
Por su parte Lavín, perteneciente a uno de los grupos más conservadores de Chile (Opus Dei) es criticado por su acercamiento al movimiento homosexual por quienes históricamente han colaborado con esa lucha. “Sin duda que en el caso de Lavín hay cálculos electorales”, dice Pollarolo, ” la postura de Lavín se parece bastante a una manipulación para mostrar una imagen más abierta y ver si entra algún tipo de votación”, remata Barrueto
Al margen de estos dimes y diretes, la Coordinadora como conjunto ha sostenido que luchará contra cualquier manipulación política, centrando sus esfuerzos en la unidad del movimiento homosexual chileno y teniendo siempre como norte la defensa de los derechos humanos.
BASES HOMOSEXUALES Y ELECCIONES

En este mar de lobby políticos, las bases homosexuales parecieran, sin embargo, estar desinteresadas. No en vano la primera y única encuesta sobre las tendencias políticas de las minorías sexuales criollas, efectuada por el Movilh el 2002, reveló que el 41.7 por ciento se declara independiente de cualquier corriente ideológica, mientras el 28.4 por ciento dice adherir a la izquierda, el 24 por ciento a la derecha y el 5.9 por ciento al centro.
A nivel de partidos, lleva la batuta en adherencia el PPD con un 11.3 por ciento, seguido por el PS (11.1), Renovación Nacional (10), UDI (7.3), DC (6), PC (5.1), PH (2) y PRSD (0.6).
La poca empatía con los partidos no es exclusiva de las minorías sexuales, pues se enmarca en el distanciamiento general de la ciudadanía con esas colectividades.
Con todo, desde las organizaciones homosexuales saben que los cambios buscados sólo serán posibles mediante alianzas con los políticos de los partidos, pues mal que mal ellos definen el proyecto país a nivel legislativo y ejecutivo.
Por esa razón es que en 1996 el Mums, apoyado por el PH, presentó la candidatura a Concejal del activista gay Roberto Pablo Fariña y, por el mismo motivo, el Comité de Izquierda por la Diversidad Sexual, en alianza con los comunistas, hizo lo suyo en las elecciones parlamentarias del 2001.
Dentro de esa lógica Jiménez, quien fue en 1996 y el 2001 precandidato a concejal y diputado en forma respectiva, está dispuesto a aceptar un cupo como independiente ofrecido el año anterior por el Partido por la Democracia en su IXI Consejo Nacional. “Es de esperar que la nueva dirección del partido no siga los pasos de la era Guirardi y cumpla sus promesas “, puntualizaron desde el Movilh.