HOMOSEXUALIDAD, PAZ Y GUERRA

Ridículos y rebuscados vínculos
No comprender porque un homosexual puede decir “Sí a la Paz” es igual de reduccionista a no entender porque un gay es capaz de apoyar la guerra.

2 de abril, 2003 (OpusGay).-Las opiniones y acciones en favor de la paz y en contra de la guerra iniciada por Estados Unidos en Irak tienen expresión en todo el mundo. Los grupos y personas tienen sus razones para ubicarse en uno u otro bando, todo lo cual depende del sentir y el saber valórico y político de cada uno.

A nivel mundial la mayoría de los individuos y organizaciones representativas de la sociedad civil ha dicho “no a la guerra y sí a la paz”. En esa mayoría se ubican parte de las minorías sexuales, cuyos grupos y/o movimientos han considerado un deber ético y moral luchar por la paz y criticar con frialdad al gobierno de George W. Bush. Otras personas, también homosexuales, se identifican con la postura contraria, manejándose incluso a nivel público antecedentes sobre un alto porcentaje de gays estadounidenses que en la actualidad lucha en los campos de guerra contra Irak.

Las clásicas organizaciones de derechos humanos se han preguntado por qué los homosexuales se manifiestan por la paz, si “ese no es un tema que los involucre“, mientras dirigentes o intelectuales gays de diversas partes del mundo han repudiado con fiereza y calificado de contradictoria la presencia de las minorías sexuales en las tropas estadounidenses.

Ambas posturas son, en estricto sentido, ignorantes, miopes, elementales, intolerantes y ridículas. En el primer caso, porque la paz es un valor independiente de la orientación sexual y cada persona tiene el legítimo derecho de expresarse como quiera o donde quiera a favor de ese “concepto”, en especial si se trata de una organización de derechos humanos, como lo son, obviamente, los movimientos homosexuales.

Deslegitimar la participación de personas en las tropas estadounidenses sólo porque son gays, constituye, por otro lado, un desconocimiento total sobre el ser humano, el cual no se define sólo por su sexualidad, menos en casos excepcionales, como lo puede ser una guerra que involucra ideologías, política, economía, cultura, nacionalismo.

No comprender porque un homosexual puede decir “Sí a la Paz” es, en otras palabras, igual de reduccionista a no entender porque un gay es capaz de apoyar la guerra.

Los intereses de vincular (o desvincular) al actual conflicto bélico en forma específica y exclusiva con las minorías sexuales, llegan a tal nivel de estupidez que un escritor y activista gay llamado Ryn Gluckman publicó en un artículo las  10 razones por las cuales el militarismo es malo para la gente homosexual” . Tan débil es su nota, que todas de las argumentaciones dadas son perfectamente aplicables a cualquier persona o grupo vulnerable, pero Gluckman forzadamente intenta presentarlas como “propias” de los gays o lesbianas o travestis

Si las clásicas organizaciones de derechos humanos están cometiendo una paradoja y un error al no reconocer la capacidad política de las minorías sexuales de involucrarse activamente en temas de interés general, los “dirigentes” o grupos homosexuales no lo hacen mejor al explicar el apoyo o el rechazo a la guerra a partir de la orientación sexual de las personas.

En momentos críticos y de alta tensión, como los vividos actualmente a raíz de la guerra, es clásico el surgimiento de discursos pocas veces racionalizados y sectarios que lejos de dar cuenta de la realidad, la sesgan o estereotipan. Sin embargo, resulta absolutamente repudiable que los grupos que son supuestamente especialistas en un tema (la homosexualidad o los derechos humanos) estigmaticen o mal interpreten precisamente al tópico o al sector del cual deberían ser los “expertos”.

Es imprescindible, en esa línea, que los movimientos gays hagan una lectura de la realidad que no provoque los efectos contrarios a los principios humanos planteados por ellos mismos y cuya máxima indica que las minorías sexuales sólo se diferencian del resto por su orientación sexual. Sólo así no nos asombraremos ante el hecho de que un homosexual esté, por ejemplo, a favor o en contra de la guerra.