Una inédita experiencia se vivió en la Biblioteca de Santiago, donde sordos homosexuales recibieron por primera vez orientación sobre su identidad sexual y conocieron el humano relato de una activista lesbiana no oyente. Gracias el seminario, las palabras gays, lesbiana, bisexual y transexual ya están incorporadas en lenguaje de señas chileno.Por Alberto Roa

26 de diciembre, 2006 (OpusGay).- Conocer a la comunidad sorda es literalmente entrar a un mundo distinto. Sus integrantes son más directos que el resto de la población en el planteamiento de sus deseos e inquietudes y se socializan con un apego y lealtad a toda prueba.
Las personas sordas están conscientes de sus diferencias, pero también de sus desventajas en un mundo para oyentes. Por ello desde hace años que están organizados por la defensa de sus derechos, promoviendo su propia identidad y exigiendo que la misma sea respetada.
Como bien lo indica la Asociación Ciudadana Real de Sordos de Chile (Cresor), “ser sordo o sorda es un tema de identidad y de derechos humanos (…) Somos diferentes, no deficientes”.
El problema, enfatiza el presidente de la agrupación, Patricio Bonnassiolle, es que la población no oyente suele estar “por debajo” de todos los desarrollos que va experimentando el país.
Y la explicación es bastante simple: toda la información, sobre cualquier materia, incluida las políticas públicas que benefician a los grupos vulnerables, es conocida a diario en Chile, y en el mundo, a través de los oídos.
No oír es una barrera para acceder a los frutos del desarrollo y en especial a los nuevos debates que se dan en Chile en torno a los derechos humanos y al respectivo cambio valórico y cultural experimentado por el país en la última década.
Así, mientras entre los oyentes el tema de la homosexualidad es cada vez más común, entre los sordos la ignorancia sobre lo que significa ser gay, lesbiana o transexuale es casi total. Lo mismo ocurre con cualquier tema vinculado a la sexualidad.
Consientes de ellos, Cresor y el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), organizaron en la Biblioteca de Santiago el primer seminario para minorías sexuales sordas.
En el encuentro todo fue nuevo, pues ni siquiera las palabras gay, lebiana, bisexual y transexual tenían expresión en lenguaje chileno de señas, por lo que los no oyentes decidieron en el desarrollo mismo del cónclave como expresarlas.
Tras ello, en la actividad, gays y lesbianas no oyentes pudieron por primera vez conocer la experiencia de un par gracias a la visita de Haydeé García, estudiante cubana residente en Estados Unidos. A quien quisiera saberlo, Haydeé dijo ” soy, lesbiana, soy sorda y soy feliz”.
“ME DEFIENDO Y BUSCO MUJERES COMO PAREJA”

Desde que Haydeé García pisó la Biblioteca de Santiago, las cerca de 100 personas sordas presentes en el seminario se acercaron para saludarla, felicitarla y conocer de cerca su vida. Claramente querían aprender de ella.
García; quien intervino en el seminario tras el presidente del Movilh, Rolando Jiménez, y después del médico de la Clínica Alemana, Álvaro Insunza; provocó entusiasmo inmediato con su historia.
Nacida en Cuba, Haydeé colaboró activamente con una asociación de sordos de la isla, el mismo país donde contrajo matrimonio con un hombre por 12 años y el mismo lugar donde conoció una lesbiana no oyente, con quien “me hice novia por cinco años”
” En Cuba mis sentimientos estaban reprimidos. Incluso yo al comienzo rechazaba a los homosexuales. Con mi novia estábamos escondidas. Mi madre sabía de mi orientación sexual, pero el resto de mi familia no. Tenía miedo que me cachetearan, que me tiraran las orejas”, recordó en el seminario la estudiante de la Universidad Gallaudet de Washington.
En medio del asombro de “su” público, Haydée explicó que su identidad tenía nula posibilidad de desarrollo en Cuba. Fue junto a su mismo esposo que “llegamos en balsa a Estados Unidos, donde nos separamos”.
En el país del norte, asegura Haydeé, todo cambió . “Los sordos estamos en un mismo nivel que los oyentes. En Estados Unidos hay igualdad, también para homosexuales. En algunos estados se permite el matrimonio para homosexuales, y en otros la unión civil. Ahí soy feliz”, dice.
Hoy, en su calidad de activista lesbiana y sorda, Hayddé quiere entregar un mensaje de aliento y esperanza a sus pares, pues sabe que uno de los temas menos abordados en su comunidad es el de la sexualidad.
“El ser lesbiana estaba en mi interior, de forma natural. Miré a las mujeres y me gustaron. No hay que decirle no a ese deseo. Hay que dejar que surja, de forma espiritual. Muchas veces las madres te pueden presentar hombres, pero si no te gustan hay que dejar eso. Hoy, yo me defiendo y busco mujeres como pareja. Soy lesbiana y quiero a otra mujer “, puntualizó Haydeé provocando emoción entre todos los asistentes al seminario.
INEDITO ENCUENTRO

Desde octubre pasado que los representantes de Cresor y Movilh venían preparando el seminario, luego de expresarse la necesidad por parte de los mismos gays y lesbianas sordos.
La principal vía de comunicación fue el correo electrónico, mientras en las reuniones preparatorias se contó con intérpretes en el lenguaje de señas. ” Poco a poco nos fuimos dando cuenta que los ritmos eran absolutamente distintos y que las necesidades eran más básicas de lo que pensábamos, porque nada se sabía de la homosexualidad entre los no oyentes”, recuerda el activista del Movilh, Juan Hernández.
El primer desafío para el Movilh fue readecuar su lenguaje. Así, la ponencia de Jiménez fue acompañada de mucha gráfica y expuesta con especial lentitud para que fuera traducida de la mejor manera.
Las preguntas de la comunidad sorda apuntaban a conocer las diferencias entre homosexual y transexual, entre conducta sexual y orientación sexual y entre transformista y travesti.
También fueron interiorizados sobre los cambios sociales positivos experimentados en el mundo en relación a la homosexualidad y sobre los dañinos efectos psicológicos que provoca en las minorías sexuales renegar de su propia identidad.
Aprovechando el encuentro, los sordos conocieron además en palabras del doctor Insunza sobre las enfermedades de transmisión sexual, sus formas de prevenirlas y las señales para identificarlas.
En relación al VIH/SIDA, un tema que según las encuestas la mayoría de la población sabe como prevenir, el desconocimiento era total. Ello quedó claro con preguntas del tipo “¿si se penetra sin eyaculación y sin preservativo hay riego de contagio” o “¿si aparte de la abstinencia, el condón es efectivamente el método más seguro para la prevención?”.
” Nos emocionamos mucho con estas preguntas, pues nos dimos cuenta que no existe en Chile democratización de informaciones básicas para la calidad de vida entre los grupos con algún tipo de discapacidad “, dice Jiménez.
“Sin duda aquí hay un vacío que las autoridades y los ciudadanos con conciencia social debemos contribuir a eliminar porque lo que está en juego es la calidad e integridad física y psicológica de seres humanos “, agregó.
Fue en esa línea que el Movilh aplaudió a la directiva de Cresor por preocuparse de un tema que ” afecta a la calidad de vida de una parte de su comunidad y que al mismo tiempo demuestra que la homosexualidad es una realidad que trasciende a cualquier grupo humano”.
Mientras Cresor y el Movilh esperan que la comunidad sorda homosexual avance hacia su propia autorrepresentación, entre ambas organizaciones ya existen señales concretas de nuevos trabajos conjuntos, pues se entiende que hay necesidad urgentes por atender.
El Movilh comprende además que la experiencia con Cresor abre las puertas para el abordaje de realidades de personas homosexuales que presentan otro tipo de discapacidades.
“Ser homosexual y además tener algún tipo de discapacidad sin duda es un gran problema en sociedades discriminatorias y es tiempo que todos nos hagamos cargo de ello”, argumenta la activista lesbiana del Movilh, Sofía Velásquez.
CRESOR

Cresor, hoy organismo pionero en abordar la homosexualidad entre su comunidad sorda, surgió el 10 de mayo de 1997 y su fin es ” contribuir a la inserción social de las personas con discapacidad auditiva, focalizando la atención en los más jóvenes”. No en vano, en el reciente seminario el promedio de edad era de 24 años.
Con personalidad jurídica desde 1999, Cresor cuenta con unos 200 socios de todo el país, integra diversas coaliciones con institutos, colegios y asociaciones pares y entre sus acciones se cuentan el desarrollo de charlas, orientación y asesorías a familias, participación en campeonatos deportivos y artísticos y luchas exitosas por la inclusión de intérpretes de señas en los medios de comunicación.
Cresor desarrolla además talleres de arte y teatro para no oyentes y es responsable de la creación de la primera videoteca de cine chileno con close option.