Al rescate del espíritu social del “Día Internacional de los Homosexuales”

Cada 28 de junio, y desde 1969, homosexuales de diversas partes del mundo conmemoran el Día Internacional del Orgullo Gay. En Chile, se adhirió por primera vez a esa iniciativa con una marcha en 1995, y tres años después las minorías sexuales criollas concretaron su logro legal más importante, la despenalización de la sodomía.

Desde 1991, el movimiento homosexual se ha diversificado y crecido con una fuerza inimaginable a comienzos de la década pasada, pero más allá de repasar los logros de los grupos organizados, es imprescindible internalizar en estas fechas la trascendencia que tiene para esos sectores el asumirse como una fuerza política de gran sentido social y con capacidad de intervenir en el desarrollo a nivel nacional.

Es precisamente el espíritu social y aperturista de los homosexuales organizados el que está haciendo crisis en diversos países y la celebraciones criollas de los derechos de las minorías sexuales deben estar atentas a esos fenómenos.

En algunas localidades de España o Inglaterra la conmemoración del “Día del Orgullo Gay” se ha transformado en una actividad sectaria o mercantilista expresada en el cobro de entradas para participar en algunas actividades del evento y en la irresponsabilidad social de algunos grupos que han intentado privatizar incluso los actos de junio.

El Día Internacional de los Homosexuales ha alcanzado tal relevancia economicista y publicitaria que algunas organizaciones gays, en especial de Estados Unidos, han limitado su quehacer anual a la sola preparación de esas festividades, dejando muy al margen los objetivos humanos que les dieron origen.

En esa línea, es imperioso explicitar con un trabajo persistente que las demandas, y sobre todo las propuestas, de las personas homosexuales deben garantizar la igualdad ante la ley, la profundización de la democracia y la construcción de un sujeto ciudadano involucrado en las labores destinadas a asegurar el respeto a los derechos humanos fundamentales de todos los habitantes del país.

Se debe además trabajar sobre principios y estrategias alejadas de cualquier forma de guetto, pues ya ha quedado en evidencia en países desarrollados que la generación de espacios exclusivos para las minorías no han debilitado la discriminación en la sociedad y, muy por el contrario, han derivado en una poca inteligente automarginación.

Citando al destacado activista gay británico James Collard,

“Es difícil dedicarse a una sociedad mixta, simpatizante con los homosexuales, mientras que muchas personas todavía nos odian. Pero esa es nuestra meta, necesitamos mantenerla viva y no responder a un especie de fundamentalismo propio”.

En esa óptica adherimos a la Segunda Muestra Cultural por la Diversidad y la no Discriminación, iniciativa organizada por el Movilh el pasado 29 de junio en la Plaza de Armas y donde se mostró la amplia base de alianza social y política de los homosexuales chilenos con otras minorías y personajes públicos.

El llamado es entonces a persistir en el proceso de participación e interlocución con todos los sectores para así erradicar la intolerancia, las caricaturas y los estereotipos que no pocas veces de manera inconsciente o irresponsable una parte de la propia “comunidad” lésbica-homosexual ayuda a mantener con actitudes contestatarias y agresivas que cierran toda posibilidad de diálogo.

Debemos, en definitiva, construir opinión y tomar posición en todos aquellos temas relevantes para la sociedad en su conjunto, pues como se ha sostenido en forma permanente la única diferencia con el resto de los ciudadanos es nuestra orientación sexual.