“Quienes ocupamos cargos directivos en el deporte no podemos ni debemos discriminar a ninguna persona. Si así fuera, no cumpliríamos con el espíritu de igualdad y solidaridad que el deporte nos demanda y, en mi caso particular, tampoco responderíamos al espíritu del gobierno de la Concertación presidido por Ricardo Lagos Escobar”.
Por Cecilia Valdés León. Directora Regional Metropolitana del Instituto Nacional del Deporte.
Sin duda son inmumerables los gestos y hechos demostrativos de que el deporte es un espacio donde todos tienen cabida.
Encontramos mujeres y hombres de distintos credos religiosos, razas y edades con posibilidad de practicar deporte, ya sea en forma amateur o profesional.
Una prueba de ello, lo constituyen los más recientes Juegos Olímpicos, celebrados en la ciudad de Sydney, cuando Chathy Freemann, atleta de un pueblo originario de Australia, encendió la llama del evento convirtiéndose en todo un símbolo de su país.
A nadie le importó si Freemann era de tal o cual raza o si pertenecía al estándar promedio de los autralianos. Sólo interesó que ella simbolizaba a un país, a una nación, a un pueblo y al espíritu olímpico y por eso fue ovacionada por quienes llegaron hasta la ceremonia inaugural del encuentro.
Otro ejemplo de la aceptación de la diversidad, fue lo sucedido en Barcelona `92 con el equipo soñado de baloncesto de Estados Unidos, encabezado por Magic Johnson’s, a quien poco antes del inicio de esa justa deportiva se le había diagnósticado VIH positivo.
Esa realidad no fue impedimento para que Johnson’s participara en la máxima fiesta del deporte y nadie lo discriminó o se negó a jugar con él, menos contra él. Esa justa apertura evidenció que en el espíritu y los valores inculcados por el deporrte no se encuentra la segregación, ni la discriminación.
El deporte también otorga espacios significativos a quienes presentan algún tipo de discapacidad física. Así es como una vez terminados los Juegos Olímpicos, se desarrollan los Juegos Paraolímpicos, donde atletas con diferentes discapacidades y provenientes de todo el orbe utilizan la misma ciudad sede e instalaciones ocupadas meses antes en las clásicas olimpiadas.
Es en esos valores donde se sustenta la actividad deportiva y su entorno y, en consecuencia, quienes ejercemos cargos directivos no podemos ni debemos discriminar a ninguna persona. Si así fuera, no cumpliríamos con el espíritu de igualdad y solidaridad que el deporte nos demanda, y en mi caso particular, tampoco responderíamos al espíritu del gobierno de la Concertación presidido por Ricardo Lagos Escobar.
Nuestra institución, el Instituto Nacional del Deporte, ha realizado diferentes iniciativas tendientes a entregar igualdad en el acceso a la actividad física y deportiva, formulando políticas que aseguran la asignación de recursos estatales en forma equitativa.
En esa línea, efectuamos llamados a concurso público para la asignación de subsidios bajo las modalidades del deporte Formativo, Competitivo y Recreativo, siendo esa última instancia un espacio significativo para que una gran cantidad de chilenos puedan acceder a las prácticas físicas.
La Modalidad Recreativa ha permitido la participación y orientación de talleres y programas destinados a los adultos mayores, las mujeres, la familia, la población penal, los trabajadores, los jóvenes, y las personas con discapacidad.
Siendo más claros aún, este año la Agrupación Vivo Positivo se adjudicó un proyecto para la realización de un taller de gimnasia entretenida para mujeres que se encuentran afectadas con el Sida, iniciativa a desarrollarse tres veces a la semana en la sede de ese organismo
Con esos avances damos cuenta que lo perseguido como gobierno e institución es la no marginación de persona alguna de la práctica deportiva, sin importar su condición física, psíquica, religiosa, económica y social y, porque no decirlo, sexual.