CRONICA DEL SUR

Una lectora de OpusGay detalla en este relato la dificultad del amor lésbico en el sur del país. “En este pueblo de esta loca geografía somos invisibles”, dice.

Por Catalina Fuentes

Los campos eran bellos porque me mostraban la vastedad de tu amor& la libertad de tus brazos. En su brisa encontré la pureza de tus labios.

Cada atardecer junto a ti fue mágico, cada noche, cada mañana

El tiempo no tenía cronómetro junto a ti.

El sur, siempre bello y cálido ante mis ojos, con su exuberante belleza.

Le diste vida y la suavidad de sus estaciones, como la suavidad de tus besos aterciopelados y a veces no tan suaves, pero salvajemente eróticos&

Irme me partía el alma y que más daba que tuviéramos que escondernos, si solo recordar la delicadeza de tus senos o el calor de tu sexo siempre deseado hacían que me olvidara hasta de cómo me puso el cura.

El sur es tan diferente! Aquí no puedo decir: “Me cago” y no mirar a mi alrededor y no ver que traer a mi mujer de la mano provoca lo mismo que un temblor de tierra.

Y tal vez ahí está la gracia, esta es la tierra virgen, indómita, si hasta a Valdivia le costó la vida. Entonces, ¿Por qué no dejar aquí parte de mi sangre? Esta tierra también me nutre, vale la pena la lucha.

Aquí un peluquero todavía es mariposón y machorra la señora esforzada del mercado.

Quiero conquistar este lugar para nosotras. En la metropolis chilensis somos una sombra, en este pueblo perdido de nuestra loca geografía, somos invisibles.

¿Pero cómo le explico a la abuela de la leche que no es el aire puro ni la alimentación sana la responsable de las mejillas sonrosadas de su nieta?

¿Cómo le digo? Son mis caricias abuela las que provocan la turbación de tu nieta, ¿cómo dejar la idea de amigas inseparables? Con mujer contra mujer de fondo.

Quiero dejar los estereotipos atrás, solo soy una mujer, una criatura más del universo, estudiante, me río y lloro lo mismo que usted y todos los demás y también tengo manías.

¡Qué importa con quien deshago la cama! Cómo puedo actuar sin que mi felicidad pueda ofender la retina de una mirada conservadora o machista cuando ella dormida entre mis brazos cuando descansa placida y sus rizos negros caen, cuando entre sueños me dice Te Amo y eso basta, para enfrentar a todos los comités de moral y buenas costumbres, eso basta para echar a volar mi lésbico corazón enamorado.