EL PRIMER ESTUDIO QUE DIO LUCES SOBRE POBLACION HOMOSEXUAL SIGUE VIGENTE TRAS MEDIO SIGLO

Cuántos homosexuales hay en el mundo y en cada país es el cuestionamiento básico al hablar de sexualidad. Hasta la fecha el único estudio que da señales es el Informe Kinsey. Sin embargo esa investigación ha sido manipulada o mal interpretada incluso por el movimiento de las minorías sexuales. En Chile han salido luces sobre la materia, pero todas fueron apagadas.

Por Daniel Ulloa

Alfred Kinsey
Alfred Kinsey

29 de junio, 2004 (OpusGay).- La pregunta que todos se hacen comúnmente respecto a la homosexualidad es cuántos gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros existen en el mundo.

El movimiento homosexual y los medios de comunicación hablan de la repetida cifra del 10 por ciento, sabiendo o no que tienen por fuente al famoso Informe Kinsey divulgado hace más de medio siglo en Estados Unidos.

El estudio de Alfred Kinsey, biólogo fallecido en 1953, se ha convertido en el más citado en los debates mundiales sobre la población homosexual, manteniendo una insuperable vigencia.

Pese a ello existe un gran problema: el Informe Kinsey, al menos a nivel masivo, jamás ha sido correctamente interpretado, analizándose con una liviandad sorprendente incluso por las organizaciones homosexuales a nivel mundial.

Lo anterior porque Kinsey jamás indicó que el 10 por ciento de la población era homosexual. Más aún, señaló que era ” imposible determinar la cifra de individuos homosexuales y heterosexuales”.

A 55 años del Informe Kinsey, y en tiempos cuando los debates sobre la homosexualidad son cada vez mayores en el mundo, y particularmente en Chile, conviene precisar que descubrió exactamente este biólogo con una investigación que le tomó 10 años y que el New York Time, en su edición del 4 de enero de 1948, calificó como “una obra que sin duda provocará una explosión y será profundamente controvertida”.

EL 10 POR CIENTO

 

Hasta antes de Kinsey las pautas sobre la sexualidad humana, y en específico sobre la homosexualidad, habían sido marcadas por autores de la talla del neurólogo alemán Richard Von Krafft-Ebing, los ingleses Henry Havelock Ellis y John Addigton Symonds y, por supuesto, el padre del psicoanálisis Sigmund Freud.

Todos ellos concluyeron, con matices más o menos, que la homosexualidad era una patología, una anormalidad o un trastorno de identidad. Para Kinsey la grave deficiencia de las investigaciones de esos y otros autores fue que habían tenido por muestra a individuos con daños mentales y se basaban en prejuicios y en un número de encuestas o entrevistas escaso.

En respuesta, publicó en 1948 la Conducta Sexual del Hombre y, en 1953, la Conducta Sexual de la Mujer. Ambos textos tienen un soporte de una investigación de 10 años y una recopilación promedio de 20 mil relatos de personas sometidas, en diversas zonas de Estados Unidos, a entrevistas de profundidad que abarcaron 350 a 500 preguntas.

El resultado más sorprendente fue el referido al número de individuos que alguna vez había practicado relaciones con personas del mismo sexo. Antes de dar cifras sobre la materia, Kinsey creó una escala de 7 puntos.

En el número 0 agrupó a las personas “exclusivamente heterosexuales” y en el 6 a las “exclusivamente homosexuales”. Entre el 1 y 5, en tanto, los individuos presentaban conductas homosexuales y heterosexuales con diversa predominancia, lo cual dependía de en que número de la escala se ubicaban. Los más cercanos al polo 0 tenían predominancia de conductas homosexuales y los más cercanos al 6, heterosexuales.

A juicio de Kinsey, y a diferencia de lo descubierto posteriormente, no existen personas heterosexuales u homosexuales, sino individuos que practican una u otra conducta en el transcurso de su vida por diversos motivos.

El famoso 10 por ciento al cual todas las investigaciones y el movimiento de minorías sexuales hacen mención se refirió, en esa línea, sólo a la cantidad de hombres que Kinsey agrupó en el número5 ó6 de su escala y que correspondían a aquellos que entre los 16 y los 50 años experimentaron durante mínimo tres años de su vida prácticas “más o menos exclusivamente homosexuales”.

Al considerar sólo a los hombres que al menos una vez en su vida habían tenido una relación homosexual con orgasmo, la cifra se elevó al 37 por ciento. En el caso de las mujeres, Kinsey concluyó que el 13 por ciento había experimentado a los 45 años contactos homosexuales con orgasmo.

En una época cuando las minorías sexuales eran fuertemente penalizadas a nivel legal y estigmatizadas por todo el campo científico, Kinsey advirtió con ironía tras dar a conocer sus resultados que ” el juez que considere el caso de un hombre arrestado por realizar actividades homosexuales debería recordar que el 37 por ciento de los demás hombres de la población podría ser arrestado en el transcurso de su vida por realizar actividades similares”.

CONDUCTAS VERSUS ORIENTACION

 

Portadas primera edición de las obras de Kinsey

Como bien han indicado diversos autores, para Kinsey la homosexualidad “era algo que uno hace, y no algo que uno es”. De ahí que se rehusara a dar porcentajes sobre personas, limitándose a las conductas de los individuos.

Estudios posteriores han revelado que la conducta sexual es muy distinta a la orientación sexual. La primera se refiere a la historia sexual de una persona, la cual puede evidenciar homosexualidad y la heterosexualidad. Caso típicos, por ejemplo, son los vividos con la curiosidad del despertar sexual y en cárceles e internados donde individuos que no “son” homosexuales tienen contactos eróticos con personas de su mismo sexo.

La orientación, en cambio, está dada por la “identidad real” que una persona siente en su intimidad y al margen de sus conductas. De ahí que en sociedades represoras muchos homosexuales jamás experimenten relaciones con personas de su mismo e, incluso, contraigan vínculos heterosexuales. Eso sólo evidencia una conducta, pues continúan siendo por “naturaleza” homosexuales.

Al tomar en cuenta tales antecedentes, es fácil suponer que el 10 por ciento de Kinsey correspondería efectivamente a “personas homosexuales”, no pudiendo ser la cifra menor. Sin embargo, sería mayor si es que el resto experimentó mayores niveles de “heterosexualidad” debido a la presión social.

Como explicaba el mismo Kinsey ” una de las características de la mente humana es que intenta clasificar los fenómenos por dicotomía. Las cosas son una cosa o su contrario. La conducta sexual es normal o anormal, socialmente aceptable o inaceptable, heterosexual u homosexual; y en estos temas muchas gente no quiere creer que entre un extremo y el otro existen grados”.

Paralelo a los debates y perfecciones de conceptos a nivel científico, lo cierto es que hasta la fecha ninguna investigación seria ha dado luces sobre cuántas personas son homosexuales, sino sólo cuántas han tenido ese tipo de relaciones en forma continua o discontinua.

Tras Kinsey el único estudio que ha alcanzado prestigio a nivel mundial fue el efectuado en 1994 por la Universidad de Chicago, el cual tras entrevistar a tres mil 500 personas en Estados Unidos reveló que el ” 7.1 por ciento de los hombres y el 3.8 por ciento de las mujeres mantiene algún tipo de contacto homosexual desde la pubertad”.

LOS PRIMEROS PASOS EN CHILE

En Chile los únicos dos estudios que han dado luces sobre población o conductas homosexuales gozan de nula aceptación académica o de prestigio ya sea porque se refirieron indirectamente al tema, porque su muestra fue limitada o porque sus resultados simplemente resultaron increíbles.

En 1998 la cadena MTV realizó una encuesta a jóvenes santiaguinos cuyas edades oscilaban entre los 14 y 22 años. La pregunta en cuestión fue “¿te declaras heterosexual?”. El 93.5 respondió afirmativamente, mientras que el 6.5 por ciento restante sólo se supone que es homosexual, pues tal cuestionamiento no estaba incluido.

Dos años después el Ministerio de Salud, en la publicación “Estudio Nacional del Comportamiento Sexual” reveló tras una encuesta aplicada en diversas ciudades a cinco mil 407 personas de entre 18 a 69 años que el 0.1 de las mujeres se declaraba homosexual y el 0.1 bisexual, mientras que en los hombres las cifras alcanzaron el 0.3 y el 0.1 en forma respectiva.

Los resultados, sin embargo, son absolutamente erróneos, pues se contradicen con la totalidad de los estudios efectuados en otras partes del mundo y porque sólo a nivel experiencial se estima que el número es obviamente mayor. Ello simple y lógicamente porque en el país la mayoría de las personas por lo menos conocen a un homosexual.

Por ello, y mientras se espera que experiencias del tipo Kinsey o de la Universidad de Chicago se repitan en zonas distintas a Estados Unidos, las minorías sexuales organizadas y los estudiosos sobre el tema están obligados a citar a ambos informes, trasladando mecánicamente las cifras a cualquier comunidad.

Siguiendo la lógica de Kinsey y el Censo 2002, en Chile habría 747.769 hombres actualmente nacidos que han experimentado o vivirán prácticas “más o menos exclusivamente heterosexuales”, mientras dos millones 755 mil 647 han tenido o tendrán un orgasmo con una persona de su mismo sexo.

Respecto a las mujeres, 996 mil 936 de las ya nacidas vivieron o experimentaran al menos un orgasmo con alguien del sexo femenino al cumplir los 45 años.

Atendiendo a los resultados de la Universidad de California, 528 mil 786 hombres de los ya nacidos mantuvo o mantendrá “algún tipo de contacto homosexual desde la pubertad”. En el caso de las mujeres la cifra desciende a 291 mil 412.

Acercamientos más concreto a la verdad, empero, sólo serán posible mediante la inclusión de una consulta sobre las orientaciones sexuales en el próximo Censo, para lo cual el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) ya ha iniciado el diálogo con las autoridades pertinentes y, en paralelo, estudia la implementación de otras vías que mantiene en reserva.

En todo caso los resultados de la inclusión de la temática en el próximo Censo, sólo serán confiables si es que de aquí al 2012 la sociedad ha experimentado tal nivel de apertura que a un homosexual no le complique dar cuenta de su identidad, lo que es bastante improbable.