En mayo pasado fue lanzado el libro “Las transexuales hablan. Cien historias en cien palabras” . En su edición colaboró la activista Claudia Rodríguez, quien se refiere aquí al texto, a los derechos transexuales y a su sueño cumplido de llegar a la universidad.
Por Claudia Rodríguez

Después de pasados varios años de formación como activista transexual*, me encuentro en la cima del saber: en “la academia”. (me sonrío).
Siempre cuando niña me hizo mucha ilusión ir a la Universidad y estudiar una carrera. Ser profesional, ser como una especie de profesora, pero hasta el momento lo más cercano a mis sueños había sido el trabajo en las organizaciones GLBT (Gay, Lesbianas, Bisexuales y Trans), donde tuve la posibilidad de realizar un trabajo directo con mi comunidad trans: talleres de prevención del SIDA, de auto conocimiento y liderazgo, actividades de impacto publico y marchas reivindicativas, así como producciones gráficas para la prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS).
Desde ahí surgió también el primer libro transexual de Chile: “Las transexuales hablan; cien historias en cien palabras”, publicado a través de un proyecto financiado por la Seremi de Salud a la organización Red OSS.
En mi desarrollo, hasta cierto punto, mi familia fue una burbuja protectora frente a la amenaza del mundo exterior heterosexual, del mundo que por no entender, por lo tanto no aceptar ciertos cuerpos, tiene el poder de ejercer su violencia real y simbólica sobre ellos.
De igual forma las organizaciones con su tibieza impedían ver con claridad que la trinchera política era otro círculo protector y prejuicioso de la amenaza del otro mundo, del hegemónico, el patriarcal. Del mundo que se siente como el mundo enemigo, porque finalmente para acceder a estudios superiores, a una formación profesional, la apariencia y el cuerpo son un requisito legal, moral y científico a cumplir implacablemente. Eso se debe enfrentar, tarde o temprano.
Mi ingreso al Diplomado de Género de la Universidad de Chile el 2007 fue la primera prueba, basado en un análisis que hacíamos respecto de las transformaciones desde el inicio de la “democracia” en Chile.
Los tiempos habían hecho coincidir la tolerancia en la academia con la capacidad de una trans interesada en conquistar un nuevo territorio. Es decir que los tiempos están permitiendo romper ciertos círculos, para quienes estemos dispuesta a dar la cara, porque las trans sí podemos llegar a ser alumnas regulares de carreras universitarias y protagonizar otra historia.
Ya está probado hoy que principalmente depende de nosotras mismas. En las universidades ya no nos pueden volver a discriminar, nunca más, a menos que nosotras mismas lo permitamos.
Una de las conclusiones que desprendo de los relatos del libro “Las transexuales hablan…” se relaciona directamente con la invisibilidad y la privación de derechos trans, es el miedo con el que nos desarrollamos y crecemos por percibir la realidad de una manera distinta al resto de las personas. Este miedo influye en nosotras de tal manera que ni siquiera vemos la posibilidad de reflexionar respecto de la desesperanza aprendida, respecto del porque acreditamos nosotras mismas que las cosas no van a cambiar, hagamos lo que hagamos.
La confusión está en no reconocer que el miedo es tal por que no se enfrenta, sino, no seria miedo. Sólo con la experiencia ese miedo deja de ser lo que es.
El nacimiento del libro, luego de un trabajo de investigación de seis meses en la organización Red Oss y con la complicidad del profesor de estado Luis Bustamante, surge de la comprobación en terreno de la violencia que provoca la invisibilidad de los derechos humanos transexuales frente al Estado y la Constitución.
En Chile no existen políticas de Estado que consideren nuestras necesidades como humanas o civiles en salud y mucho menos en educación. No se reconoce nuestra existencia real en el desarrollo de la historia o de la civilización.
Únicamente somos reconocidas por el artículo 373 del Código Penal que sanciona las “faltas a la moral y las buenas costumbres” por usar ropas femeninas en lugares públicos. Es decir, somos sujetas de derecho sólo respecto de la de “captura y condena”.
La invisibilidad es la que permite que mi comunidad hubiese sido fuertemente impactada por el VIH/SIDA y toda su estigmatización, desde el inicio de la epidemia, y que nadie, nunca, dijera algo de esta realidad.
En este sentido el lanzamiento en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano del mencionado libro, con el protagonismo de personas trans, se hace vital y pertinente para profundizar en los márgenes de la democracia nacional y el ejercicio de los Derechos Humanos respecto del verdadero impacto de la epidemia en esta población.
Esta original publicación tiene el propósito de establecer los cruces de la construcciones marginales de la identidad trans y el impacto del VIH/SIDA en ellas, constituyendo un registro histórico de lo que ha sido la realidad; una expresión sin ciudadanía ni arraigo nacional; para conmover, sensibilizar y comprometer, a todos y todas, sin ninguna discriminación y a favor de la promoción de cambios sociales de igualdad.
*Claudia Rodríguez estudia primer año de trabajo social en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y ha sido activista del Movilh de comienzos de los 90, del Centro Lambda, del Movimiento Unificado de Minorías Sexuales y de Red OSS.